Podemos: Es una rebelión, pero no un problema.
En un magnífico artículo Almudena Negro, “Rebelión en Podemos: saquen las palomitas, llegan los piolets“, relata con detalle los vuelos de cuchillo que la rebelión en la granja podemita del pueblo llano (los de abajo, vaya) frente a la casta chavista están produciendo.
Tiene razón Almudena Negro cuando afirma que caerán purgas a granel, como tormenta de lluvia ácida; tal cual. Y tiene razón cuando dice que no habrá referendum, sin duda.
Pero si bien no se equivoca Dña Almudena cuando dice que los círculos están desapareciendo, se equivoca al pensar que esta “rebelión” es un problema para Pablo Iglesias.
Los círculos podemitas no están desapareciendo, los están reordenando; y Pablo Iglesias no se está enfrentando a ningún problema que no tuviese ya previsto en su agenda. Lo que sucede es que estamos asistiendo al necesario proceso de transformación de la iniciativa populista en el partido totalitario y fuera de los libros los cambios siempre hacen ruido.
Sin que pretenda adoptar yo la posición de un profesor de nada, y menos de sociología o ciencias políticas, creo que puedo afirmar sin equivocarme que hay un elemento fundamental para que el totalitarismo se imponga sin derramamiento de sangre en un páis: Revestirlo de democracia. Y eso es exactamente lo que hace Pablo Iglesias a cada paso.
Primero, Pablo Iglesias se presenta como heredero de la voluntad popular nacida de un movimiento ciudadano (el 15M) para empoderar a la gente. Después, se les da a los círculos la categoría de redactores del programa electoral del Partido que se crea, una vez más, sobre la idea de que nace de esos círculos. Pero si analizamos lo ocurrido, vemos que nunca ha sido así.
En los orígenes del movimiento 15M vemos que ya está la élite de Podemos, porque hay una élite, impulsándolo y coordinando aquellos aspectos de su interés. No es Pablo Iglesias directamente, sino un señor que en todo este tiempo ha estado permanentemente en activo y en primera línea de fuego, pero siempre en el segundo plano: Miguel Urbán, cofundador de Podemos.
Así ya, los propios círculos no se van creando de forma autónoma sino coordinada por una élite que ya existe y el programa electoral que, aunque manase de los círculos como vemos estos no son independientes en muchos casos, no mana de ellos, sino de una estructura vertical que filtra y refiltra los contenidos hasta escribir el programa que le da la gana.
Las dictaduras también tienen elecciones
Pero con todo lo anterior no es suficiente. Capitalizado el movimiento ciudadano, la construcción de un partido totalitario necesita… MÁS PARTICIPACIÓN CIUDADANA!
Lo estamos viendo. Las Mareas ya han anunciado infinidad de participación ciudadana para el Ayuntamiento de La Coruña. Es así como funciona: Comités de barrio. Esos son los nuevos círculos. Del movimiento ciudadano a la “democracia popular”. El pequeño problema de esa “democracia” es que los comités de barrios serán los verdaderos agentes de persecución del que discrepa. Tribunales morales de la ciudadanía donde se marca al que participa y al que no, y por supuesto al que es afín al régimen y al que no. Por eso, entre otras cosas, en las “democracias populares” por muchos años que pasen nunca se fundan nuevos partidos.
Hay que hacer purga porque toca y es el mejor momento. Sale de nuevo el 15M, el movimiento de los indignados en un momento en que las cifras económicas vienen a decir que ya se nos debería ir pasando la indignación. Grecia no ayuda, pero se capitaliza, porque el 15M y la indignación les recuerda a sus bases por qué ganó Syriza en Grecia. Y por si no es suficiente, algo más de “empoderamiento” ciudadano nunca viene mal. Prometen, cumplen: Prometieron empoderar a la ciudadanía, a los de abajo, y ahí están los comités de barrio. Y de paso, un poco de pelea con las Mareas y los Ahoras no viene mal para apaciguar a los que pudieran tenerle miedo a un Podemos demasiado grande: Podemos es pequeño. Mira cómo nos contestan en todas partes. Podemos no manda.
Pero Podemos PUEDE, porque ya se han encargado Pablo Iglesias y los suyos de ir metiendo a su gente en todos los Ahoras y en todas las Mareas. Cuando llegue el día, esto es si Pablo Iglesias pisa La Moncloa, comenzará la última purga: La que hará que esas candidaturas ciudadanas se “integren” en Podemos. Cuatro años le bastan para hacerlo al de la coleta, con un PSOE deglutido, un PP al que acabará de machacar con paseíllos por los tribunales día sí y día también y toda la fuerza del Estado y el populismo a sus pies.
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