Sociólogos y politólogos creen que la formación puede haber tocado su techo, y que las irregularidades con Hacienda de una de sus principales figuras puede cercenar su futuro electoral
AFP
El auge de Podemos no tiene precedentes en la historia democrática española. Su evolución en las encuestas es ya un caso de estudio para la ciencia política. Pero empieza a merecer tanta atención el denominado «efecto soufflé». Sin siquiera haberse materializado, más allá del resultado en las elecciones europeas, Podemos se enfrenta ahora al enorme reto de gestionar el éxito. El tic tac ha empezado también para ellos.
Las irregularidades que afectan a Juan Carlos Monedero constituyen el caso de más relevancia conocido hasta la fecha. El primer caso serio que ensombrece la imagen de un partido que se alimenta, así lo apuntan las encuestas, casi exclusivamente del rechazo a los partidos tradicionales. El número 3 del partido y uno de los impulsores de la formación presentó una declaración complementaria para regularizar los 425.1500 euros facturados por la sociedad Caja de Resistencia Motiva 2 que él mismo había creado para facturar los trabajos de asesoría realizados para los gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Ecuador.
Regularizar la situación ha exonerado a Monedero del delito fiscal, pero el daño que ha causado al partido todavía está por cuantificar. Las encuestas todavía otorgan a Podemos una posición predominante, hasta el punto de que el CIS del mes de enero coloca a la formación por delante del PSOE. Pero a la vez, la tendencia empieza a reflejar cierto estancamiento. Narciso Michavila, presidente de GAD3, cree que el «caso Monedero» sí va a tener un impacto en las perspectivas electorales del partido. «Entre su núcleo duro más ideológico no tendrá mucho impacto», señala, pero no ocurrirá lo mismo «entre los que optaban por esta formación como manera de resetear el sistema».
Michavila estima que «todos estos partidos nuevos que crecen rápido y sin estructura corren el riesgo de bajar también rápido: ahí está el Partido Pirata, el movimiento 5 estrellas de Grillo en Italia. En el nuevo mundo tecnológico todo va más rápido, no sólo con las empresas, también con los partidos».
El profesor de Política Comparada de la Universidad Carlos III, Pablo Simón, estima que «lo más lógico es que se desacelere» el crecimiento de la nueva formación. «Hasta ahora ha conseguido asentarse en el centro-izquierda, pero penetrar más al centro no parece posible. El también miembro del colectivo Politikon apunta al que considera ya el único factor que sí podría impulsar a Podemos. Y es que la crisis de liderazgo en el PSOE se agudice.
Respecto al «caso Monedero», Simón dice no ver claro que su electorado más potencial, y que las encuestas reflejan como más fiel, vaya a ser tan crítico. «La táctica de cerrarse y decir que es un ataque contra ellos es una estrategia que ya ha sido utilizada por los partidos tradicionales». Pero sí se muestra convencido de que les va a cortar la vía hacia el centro del tablero político. «Tal vez no les haga perder todo lo logrado hasta ahora, pero desde luego que les va a hacer más difícil ganar».
Tanto la búsqueda del centro como las irregularidades que han afectado a sus dirigentes desprotegen a una formación que vive casi exclusivamente del desafecto a los partidos tradicionales. El efecto más devastador del surgir de Podemos ha sucedido en Izquierda Unida. Pese a que algunas encuestas ya apuntan que el nuevo liderazgo de Alberto Garzón goza ya de una aprobación ciudadana mayor que la de el propio Pablo Iglesias. Sin embargo, Simón cree que IU «llega tarde para recuperar a su electorado tradicional». Y ya ni hablar de ser el partido que capitalice el voto de castigo al bipartidismo, como algunas encuestas apuntaban hace tan solo un año.
«Las últimas encuestas son un poco anteriores a que el caso Monedero se conociese con más detalle», señala Fernando Jiménez, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Murcia. «Veremos cómo evoluciona pero estoy convencido de que ha tocado techo y creo que de cara a las generales no va a tener tanto apoyo como le dan las encuestas», apunta.
Jiménez cree que «si van a mantener un discurso igual del que critican, cuando además no tienen otra cosa que ofrecer, van a incurrir en la contradicción». El profesor pone de ejemplo cómo los líos de faldas en la política de Estados Unidos afectan más a los que previamente habían puesto en valor el carácter tradicional de su modelo familiar. Por lo que las irregularidades y las contradicciones afectarán más a quienes se identificaron la ejemplaridad como su bandera.
Se exige lo mismo o incluso más, porque como apunta Michavila, los últimos datos del CIS corroboran la particularidad del tipo de votante propenso a votar a Podemos. Un retrato robot que ahora mismo podía dibujarse como un varón, con elevado nivel de estudios, de mediana edad y residente en zonas urbanas.
El presidente de GAD3 cree que las últimas encuestas reflejan un «espejismo demoscópico» que provoca que el incremento cierto de nuevas formaciones se vea amplificado. «Podemos tiene un suelo sólido superior al tradicional de IU pero tiene difícil mantener los actuales niveles que les otorgan las encuestas pues ahora se les exige lo mismo que a los partidos grandes».
La corrupción y su efecto electoral
La percepción de la corrupción como un problema por parte de los ciudadanos dibuja un calco casi perfecto con la evolución del desmpleo. Pablo Simón y Politikon han elaborado infinidad de artículos sobre la percepción de la corrupción en España. «Hay un efecto contracíclico, la gente se preocupa más por la corrupción cuando la situación económica va mal», apunta.
¿Quiere decir esto que cuándo la economía mejore los ciudadanos dejaremos de percibir la corrupción como un problema? Probablemente se reduzca, pero Simón apunta a la existencia «de un efecto acumulación. Cada vez ponemos el nivel más alto. Y aunque la economía mejore la tolerancia no aumentará de igual manera».
Michavila cree del mismo modo que los tiempos de la tolerancia total no volverán. «Lo anómalo ha sido la época en la que se le podía decir al elector que los comportamientos privados no afectaban a los públicos. Una de las ventajas de internet y las nuevas formas de comunicación es que es más fácil la rendición de cuentas», indica. Además, apunta a que «el incremento del nivel educativo produce una ciudadanía más crítica y exigente».
«No tengo claro que se mantengan estos niveles de preocupación, pero sí hemos roto una cierta barrera con la visibilidad del problema», apunta Fernando Jiménez. «Hasta ahora se veía como un delito sin víctimas». Ahora esa percepción se ha roto, y ya no se castiga solo la corrupción sino las irregualaridades, como la de Monedero, el despilfarro y el mal gobierno. «De las lecciones de algunas encuestas sí podemos extraer la conclusión de que el malestar con el sistema no se arreglará simplemente con salir de la crisis».
Con este escenario, ¿serán capaces los partidos tradicionales de recuperar el voto que las encuestas le dan por perdido? «Los partidos tradicionales tienen complicado volver. Aunque cambien de verdad no resultan creíbles. No se hunden porque descansan sobre otros pilares, pero ya no ilusionan. Incluso haciendo lo correcto el electorado ya no les va a comprar el mensaje», apunta Jiménez. «Nos vamos a encontrar un panorama de mucha fragmentación en el voto que solo se corregirá por la distribución provincial que marca la ley electoral».
Narciso Michavila cree sin embargo que el escenario que ahora dibujan las encuestas no se perpetuará necesariamente. «Son ciclos. En estas municipales habrá una amalgama de siglas en muchos municipios que los harán ingobernables, pero en las siguientes se volverá a la concentración de voto».
Ese escenario dependerá en gran medida de cómo evolucione Podemos. Y si es capaz de cristalizar el éxito que le vaticinan las encuestas, a la vez que es capaz de frenar el desafecto de parte de la ciudadanía por cuestiones que sin ser casos de corrupción han puesto ante el espejo a todo el partido. Y la imagen que se proyecta comienza a ser borrosa.
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