martes, 2 de diciembre de 2014

Así convierte el Estado Islámico a los niños en terroristas


El Estado Islámico se ha convertido en el enemigo número uno de Occidente a pesar de su corta historia. Su brutalidad y su eficaz uso de la propaganda ha conseguido penetrar en el interior de hogares situados a miles de kilómetros a través de la televisión e internet obteniendo el objetivo deseado de expandir el terror por todo el mundo.

El Tesoro de Estados Unidos ha denunciado que el EI se ha convertido ya en el grupo terrorista más rico del mundo. Cada mes maneja decenas de millones de dólares gracias al mercado negro del petróleo y las extorsiones realizadas a las minorías étnicas y religiosas. Occidente también está contribuyendo a su financiación gracias al pago que varios países han realizado para liberar a sus nacionales secuestrados, cantidad que asciende a 20 millones de dólares.

Los yihadistas del Estado Islámico tienen muy claro su objetivo y han declarado una guerra para ampliar su califato, un conflicto que saben que será largo y por ello se están preparando firmemente para ello. Y en este punto los niños ocupan un papel primordial, son los combatientes del futuro y con un fanatismo grabado a fuego en su interior. Auténticas armas de matar.


Precisamente, los niños son el eslabón más débil en este conflicto. Según denuncian distintas organizaciones de derechos humanos y cristianas así como la propia ONU, los pequeños están siendo asesinados o desplazados mientras que hay niñas violadas por los terroristas y también vendidas a los países del Golfo como esclavas sexuales. Otros muchos han pasado al otro lado y han sido reclutados para luchar a las órdenes del califato.

Máquinas de matar manejables
Un informe del Foreign Police expone las variadas labores que desarrollan los niños captados por el Estado Islámico. En campos de entrenamiento pequeños de seis años son transformados en soldados. Son colocados en la primera fila como espectadores cuando hay crucifixiones o decapitaciones para inhabilitar su conciencia. Además, pese a su corta edad son utilizados para realizar transfusiones de sangre a los terroristas heridos y se les paga para delatar a cualquier persona que consideren sospechosa. Los elegidos son además convertidos en terroristas suicidas en nombre de Alá, tras haber sido previamente adoctrinados.

El objetivo es crear auténticas máquinas de matar fácilmente persuadibles para cometer cualquier tipo de atrocidad que les sea pedida por parte de los cabecillas del Estado Islámico. A una edad en la que deberían estar pensando únicamente en jugar estos jóvenes terroristas han visto muchas más monstruosidades de lo que alguien viviría en una vida entera.
Las técnicas aberrantes de los islamistas consisten en preparar una lucha a largo plazo aunque muchos de estos niños-soldado no lleguen a la mayoría de edad. Les alejan de sus familias y de sus escuelas, la propaganda más tarde trata de deshumanizarlos haciéndoles ver que la vida no tiene valor y que morir es el camino más directo al Paraíso.
Ya sean voluntarios, enviados por sus padres o directamente botines de guerra, estos niños son mandados a los numerosos campos de entrenamiento que poseen en la actual tierra de nadie que dominan. Allí aprenden la aplicación de la sharia y a utilizar las armas. Incluso entrenan con muñecos cómo decapitar a personas.
En los frentes de guerra tanto en Irak como en Siria es frecuente encontrarse a estos niños. Allí son utilizados como meros escudos humanos y para hacer transfusiones de sangre. En zonas ya controladas por el Estado Islámico como en Mosul o Tal Afar, la ONU ha recibido el testimonio de cómo estos niños patrullan armados las calles y ataviados con el uniforme del grupo terrorista.
"Tienen pesadillas y dejan de hablar"
Los informes de la ONU citados por Foreign Police recogen ejemplos de este reclutamiento "grande y exitoso". Así ha pasado en la llanura de Nínive y Makhmour durante el pasado mes de agosto el Estado Islámico llevó a cabo una batida de reclutamiento masivo de adolescentes varones para llevarlos al frente y para las ya citadas transfusiones sanguíneas.

Sin embargo, el drama va más allá de la creación de un ejército de niños. Es el riesgo de perder generaciones enteras, de lavar el cerebro a miles de niños y hacerles insensibles, convertirles en máquinas que ya nunca más sepan discernir entre el bien y el mal sabiendo únicamente obedecer.
Misty Buswell, que atiende a los refugiados y especialmente a los niños a través de Save the Children, explica que muchos de ellos están ya tan acostumbrados a presenciar decapitaciones que ya no les afecta ver una cabeza separada del cuerpo. "El Estado Islámico destruye su infancia, destruye sus corazones", afirma.

Los niños con los que trata en los campos de refugiados tienen además pesadillas constantes y es tal el trauma que padecen que evitan relacionarse con otros niños llegando incluso a mostrar comportamientos agresivos contra ellos. "He conocido niños que han dejado de hablar, que llevan meses sin hablar, a consecuencia de las terribles cosas de las que han sido testigos", relata Buswell.
Tristemente, estos niños son los afortunados pues ahora están a salvo y lejos de los islamistas. La situación es mucho más grave para los que son rehenes del Estado Islámico o son miembros de este ejército de niños. Para ellos, "los efectos a largo plazo van a ser muy importantes".
El testimonio que llega desde España
Las violaciones a niñas y la violencia brutal de la que son víctimas son la otra cara de los niños soldados, las otras grandes víctimas. Desde España, se alza la voz de denuncia de Raad Salam Naamancatólico caldeo iraquí y llegó a nuestro país como asilado político. En Irak su familia o ha sido asesinada o se ha visto obligada a huir. Sin embargo, sigue en contacto con ellos y en distintas conferencias está contando al mundo el exterminio de su pueblo.
Sus familiares que lograron escapar de Mosul le contaron lo siguiente:
"Las sangrientas escenas que hemos visto son algo increíble, no se puede describir. Los combatientes del Estado Islámico pusieron carteles en toda la ciudad de Mosul, indicando que las mujeres locales solteras debían obligatoriamente incorporarse al Yihad ofreciendo sexo a los combatientes del grupo. Hemos oído y hemos visto historias horrendas sobre matrimonios forzados, esclavitud sexual y violencia. Algunas de las víctimas eran niñas y niños que han sido esclavizados, violados y vendidos en los países del Golfo".



Del mismo modo, recuerda su conversación telefónica con Warda, una amiga suya, que perdió a su marido y a su hija a manos de los islamistas. "Con una voz muy triste envuelta en llanto, Warda se desahogó conmigo y me contó toda esta amargura que vivió, añadiendo que mientras estaban violando a su hija y acuchillando a su marido y a su padre, recitaban versos del Corán, dejando entender que sus crueldades eran hechos divinos y órdenes de Alá, su Dios. Con furia y fortaleza, ella reclamaba: "¿Qué tipo de dios es este Alá, que ordena cometer estas barbaridades?".

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