Podemos se plantea alcanzar el poder para formar gobierno. Una vez allí, quiere reformar la economía, pero sus ambiciones van más allá. Lo que Podemos ha aprendido de América Latina es que lo que hay que hacer desde el poder es cambiar las reglas del juego. Es sólo una de las lecciones que ha sacado Juan Carlos Monedero de su experiencia en Venezuela.
Juan Carlos Monedero, miembro fundador de Podemos, ha mantenido un ilustrativo debate con Mike González, autor de una biografía autorizada de Hugo Chávez que ha sido publicada en La Hiedra.
"Nuevas reglas de juego"
Es “claro que se pueden sacar enseñanzas de la manera en que América Latina entró y salió de la fase neoliberal”, dice Monedero. Y las divide en cinco puntos. El primero pasa por tomar nota de que el rígido proceso marxista de oposición entre el proletariado y el capitalista ya no resulta útil. Hay “sujetos plurales ajenos a las discusiones tradicionales en la izquierda”, como el “pobretariado”, las mujeres o los indígenas. En definitiva, “el discurso ‘izquierda-derecha’ dejaba paso a una discusión ‘arriba-abajo’”.
Lo relevante son los dos siguientes puntos, en los que se plantea cambiar las reglas de juego, iniciar un proceso constituyente desde el poder, para que el ejercicio del mismo conduzca finalmente al socialismo. Como dijo en Bolivia Pablo Iglesias, “la experiencia de los mil días de Allende es muy seria. No podemos fallar. Si ganamos, no podemos fallar”.
No será por falta de ideas, extraídas de América Latina. Juan Carlos Monedero fue asesor de Hugo Chávez entre 2005 y 2010. Allí, como aquí, “la fase postneoliberal” o “fase postcapitalista” no es “posible sin unas nuevas reglas del juego”. Ese cambio pasa por “un proceso constituyente” que pasa por “superar el modelo” o por tomar “decisiones claras en el ámbito de la justicia (…) y el comportamiento de los medios de comunicación”.
Cambiar el régimen de los medios
El papel de los medios es fundamental, porque a su juicio ellos “imponen la hegemonía de esas oligarquías” cuando critican a los gobiernos de progreso como el que espera alcanzar Podemos. Unas críticas que forman parte del juego democrático, pero que en este caso se considerará que caen en la “incitación al odio”.
De nada vale llegar al gobierno si luego no se toma el control sobre el conjunto de resortes del poder. O, como dice Monedero: “Puede tenerse acceso al poder del Estado, pero las oligarquías siguen teniendo los medios de comunicación, el dinero, los jueces, los militares, las relaciones internacionales, los funcionarios, las universidades, la iglesia”. Y hay que acabar con eso. Los medios de comunicación han de ser “democráticos”. Ser democrático y oponerse a un poder que es más democrático que los anteriores, como el que aspira Podemos, parece algo contradictorio.
Monedero es muy claro, pero precisa aún más su postura, cuando dice: "La universidad, los medios de comunicación y la oposición parlamentaria tienen como función construir una esfera pública virtuosa. Pero al entregarse a la mera desestabilización, incumplen su función y pasan a ser parte de las nuevas formas de golpismo”, como la “deslegitimación de los gobiernos”. Si ejercer el derecho a la crítica es deslegitimarlo, y hacerlo es también golpismo, criticar al gobierno es golpismo, y entonces se puede actuar contra ese medio de comunicación recalcitrante en nombre de la democracia. En cualquier caso hay que hacerlo, pues como ha constatado Juan Carlos Monedero "la verdadera vacuna para poder superar el marco neoliberal pasa por sacar la conciencia neoliberal de las cabezas de la ciudadanía”, y “esa fue, principalmente, la tarea que se marcó el Presidente Chávez en Venezuela”.
No caer en la "trampa" de la alternancia
Más allá de cambiar el régimen de los medios de comunicación y controlar otras instituciones, el propio proceso democrático necesita un paso por el bolivarianismo. Ellos han “asumido que la vía al poder es electoral”. Pero esa vía tiene un verdadero peligro, y es que “detiene la posibilidad de hacer planes a medio y largo plazo que no reciban apoyo electoral en el corto”. Es el peligro de la alternancia en el poder, que Hugo Chávez ha logrado sortear. Hugo Chávez, que intentó llevar a cabo la revolución bolivariana por medio de un golpe de Estado en 1993, logró ganar democráticamente las elecciones en 1999. Desde entonces, la constitución de Venezuela ha cambiado, lo ha hecho incluso el nombre del país, y los chavistas no han abandonado el poder.
Para que el nuevo gobierno de Podemos no “caiga en esa trampa” es necesario “mantener la tensión popular de manera que sea el propio pueblo, en su conjunto, quien reclame otro modelo. Y eso no es nada sencillo”. Y más con medios de comunicación que podrían llegar a ser críticos.
Hay que buscar nuevas fórmulas. Hay que “romper” con “la lógica de delegación propia de la democracia representativa”. Eso pasa “por crear instancias de deliberación y decisión populares que salgan de la lógica burocrática de los partidos políticos”. Pero no basta con buscar una legitimidad en los movimientos sociales al margen de los partidos, porque como reconoce Monedero todo ello “no es posible si se carece del aparato del Estado”. Lo que se busca es “la imbricación de las mayorías populares en la solución de sus propios problemas, rompiendo con la lógica de delegación de la democracia representativa”. Ellos quieren otra cosa.
Los otros dos puntos que ha aprendido Monedero de la experiencia bolivariana es la extensión del socialismo y la creación de nuevas alianzas “antiimperialistas”, que en el caso de España pasaría por una “unión de los países del sur”.
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