En las de la antigua Grecia y Roma quienes cortaban el pelo eran las personas con más autoridad en los grupos sociales. Incluso en alguna civilizaciones se se pensaba que en el pelo residía el alma de la persona.
El arte de cortar y arreglar las barbas fue una profesión en la Antigua Grecia y es en ese tiempo cuando se crean las primeras barberías.
En el año 296 AC, Ticinius Mena,(senador romano) vuelve a Roma desde Sicilia e introduce la costumbre de las barberías. Uno de los primeros romanos conocidos que usa de los servicios del Tonsor (barbero de hombre en la antigua Roma) fue el general y cónsul Escipión el Africano. Así aparece su imagen en una moneda del siglo III AC.
En la edad Media, la actividad de los barberos crece. Los clérigos que entonces eran los encargados de las operaciones quirúrgicas cogen a barberos de ayudantes. El Concilio de Letrán (1123) prohíbe la práctica médica a los clérigos y son los barberos los que se quedan con la actividad quirúrgica. Hay que tener en cuenta que mucha de la actividad médica de entonces pasaba por la realización de sangrías utilizando sanguijuelas y se consideró la sangre algo impuro que los clérigos no debían tener contacto con ella.
A comienzos del siglo XIII (1210) se había fundado en París el Colegio de San Cosme y San Damián, patronos en la actualidad de los cirujanos. Allí el gremio de cirujanos-barberos ejercían la actividad quirúrgica sin ningún tipo de base científica.
La existencia de este colegio fue fundamental para la separación del gremio de barberos y cirujanos. En el colegio estudiaron personas que hablaban latín y se convertirían en maestros cirujanos que aprendieron a hacer cirugías mayores. Mientras tanto los barberos que no hablaban latín se comenzaron a especializar en la extracción de dientes y muelas y curación de heridas sencillas.
Es Luis XIV quien decide que solo debía existir una corporación de (medida en gran parte decidida tras ser operado de una fístula anal por el cirujano Félix en 1686).
En el siglo XVIII (1731) se funda la Académie Royale de Chirurgie y aparece una ordenanza de Luis XV en Francia prohibiendo a los barberos el ejercicio de la cirugía.
Sin embargo, no hay que olvidar que la influencia que durante muchos años tuvieron los barberos en el conocimiento médico fue muy grande. Un ejemplo de ello puede encontrarse incluso en el Quijote del genial Miguel de Cervantes. En el podemos leer con un alto grado de detalle la locura de Don Alonso Quijano. Quizás muchos lectores no conozcan o recuerden que el padre de Don Miguel de Cervantes, Don Rodrigo, era cirujano-barbero.
Por: Dr Antonio López Farré / Científico
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