sábado, 27 de septiembre de 2014

Cataluña da la espalda a Pujol: solo le queda “La Vanguardia” del Conde de Godó

La prensa catalana es casi unánime: nadie cree ya a Pujol
La prensa catalana es casi unánime: nadie cree ya a Pujol
Práctica unanimidad entre los media catalanes: Pujol tendrá mucho dinero pero no tiene crédito y al valorar su defensa todos se fijaron en su justificación financiera, pues su argumentación política sonó hueca. Difícil engañar a Cataluña en cuestiones monetarias. Solo “La Vanguardia” del Conde de Godó lo defendió –y con matices– pero tanto la prensa de papel como la digital no se creyeron su papel de abuelo ofendido y regañón y se fijaron más en que no aclaró nada sobre su fortuna y la de sus hijos, plagada de desmanes, abusos y delitos. La prensa tradicional española fue igualmente unánime: mientras que El País seguía a La Vanguardia en su portada de papel dando honores a su condición de supuesta víctima -“Pujol niega ser un corrupto y apela a su familia y su amor a Cataluña”– en su editorial daba la de arena y reclamaba una comisión de investigación. El resto –El Mundo, Abc y La Razón– fueron más previsibles y cubrieron con sus habituales –y quizás ahora merecidos– insultos a la figura del ya ex-honorable.
Revista de prensa de El Periódico
Revista de prensa de El Periódico
La Vanguardia” sorprendió a todos: “Jordi Pujol Soley compareció ayer durante cerca de dos horas y media (…), basta solo decir: comisión cumplida. Es evidente, como apuntaron ayer algunos portavoces, que el llamado ‘caso Pujol’ nos pone ante el espejo del déficit de control democrático durante un largo ciclo político que, con más luces que sombras, representó un salto cualitativo en el progreso de Catalunya. Y es también un hecho que las alarmas se han encendido ahora desde instrumentos de control situados fuera de Catalunya: de la Agencia Tributaria a la policía judicial española. La sociedad catalana –también los creadores de opinión y los medios– debe reflexionar sobre ello. El Parlament llega tarde para pedir responsabilidades políticas a Pujol. La sesión de ayer lo evidenció. Es la hora de la justicia, que debe llegar hasta el final de este caso. Y, para ello, debe ser más justa que ejemplar”.
Portada de El Periódico
Portada de El Periódico
El Periódico sí fue más crítico con su editorial “Fraude al Parlament”: “El Parlament de Catalunya vivió ayer una de las sesiones más bochornosas que se recuerdan en tres largas décadas. La comparecencia de Jordi Pujol Soley –su tratamiento protocolario y distinciones como expresident de la Generalitat le han sido retiradas– fue un fraude sin paliativos a la Cámara catalana y a los ciudadanos. Era legítimo esperar de la comparecencia una versión más creíble y completa que la nota del pasado 25 de julio sobre la supuesta herencia oculta en el extranjero. Y algún relato que despejara un sinfín de incógnitas que han aparecido en estos dos meses y que afectan de lleno a su familia”.
El País dio la de cal en portada, otorgando sus titulares a la versión de Pujol, pero en el editorial titulado “Derecho a saber” matizó:

e-noticies
e-noticies
“Convergència Democràtica (CDC) propició la comparecencia parlamentaria del expresident de la Generalitat, Jordi Pujol i Soley, con objeto de dar carpetazo al asunto de su reiterado fraude fiscal. Pretendía así evitar una más enojosa comisión de investigación. Erró. La sesión de ayer dio nuevo impulso a la urgencia de aclarar el caso. Pujol fue inconcreto y confuso sobre la fortuna (quizá) heredada de su padre; nada explicó sobre la conducta de su esposa e hijos, y menos sobre los vínculos de sus negocios y la gestión de la Generalitat que presidió durante 23 años. La conclusión de los portavoces fue unánime (excluido el convergente Jordi Turull): las respuestas fueron insuficientes, por lo que se impondrá la creación de una comisión de investigación parlamentaria”.


Más animados son los medios digitales catalanes: Nacio Cat explicó por medio del periodista Salvador Cot que “once años después de su último discurso en el Parlamento, este viernes se ha comprobado que Jordi Pujol sigue siendo el mismo. Pero Cataluña, no. Aquel país en construcción, miedoso, inseguro y políticamente dependiente de personalidades muy invasivas (Tarradellas, primero, Pujol y Maragall, más tarde) es hoy una sociedad madura, compuesta por ciudadanos que son conscientes de sus derechos y, sobre todo, de que los políticos los han de representar, no guiar ni limitar. No van detrás del presidente, sino delante.
catalunya press
Catalunya Press
Por eso el Pujol enfurecido de ayer tenía una tonalidad sepia. Los diputados abroncados se quedaron totalmente indiferentes, hasta el punto de que, uno por uno, le dejaron muy claro que no lo habían convocado para escuchar historias de su padre, sino datos respecto a sus hijos. Ni siquiera Jordi Turull, desde el partido que fundó el propio Pujol, lo quiso exculpar. Jordi Pujol está en forma, pero su pillería legendaria ya no engaña ni a los suyos. Pujol era un presidente que no necesitaba la protección de una pantalla de plasma para no responder las preguntas de los periodistas. Pero hoy en día Mas debe someterse a interrogatorios de una hora y en cuatro idiomas, y nadie le ahorra nada. Entre la presidencia de uno y la del otro hay pocos años, pero muchos kilómetros de exigencia democrática”.
Punt-Avui (papel)
Punt-Avui (papel)
El Punt-Avui también diferenció la ambigua contundencia de la portada en los quioscos de calle – “Defensa y ataque”– de la edición digital (algo ya habitual en los medios tradicionales cuyo papel languidece), donde resalta por medio de la pluma de Ricard Palou a Pujol (“No he sido nunca corrupto”) pero precisa que “defiende el origen de la fortuna recibida de su padre, pero no aporta novedades relevantes. Estalla contra la oposición, a la que acusa de “querer mezclarlo todo”. En su editorial aclara que “no aportó novedades respecto a la carta que hizo pública el 25 de julio. No reveló la identidad de las dos personas que gestionaron el dinero a partir del año 1980, cuando él ya era presidente y murió el patriarca, ni la del hijo, que lo hizo en los últimos años y que también optó por no regularizar el capital. En cuanto a la suma actual del dinero recibido, se remitió a la cantidad de 4,8 millones de euros difundida por los bancos de Andorra y atribuyó el brutal crecimiento experimentado por este capital a la inflación y a las sucesivas devaluaciones de la peseta. En cuanto a las razones de la confesión -la republicana Gemma Calvet le preguntó si respondía a una “necesidad en la defensa de sus hijos” -, tampoco quedaron claras. “Sentía la necesidad moral de hacerlo”, declaró”.
Punt Avui (digital)
Punt Avui (digital)
Y  añade: “La comparecencia de ayer del expresident Jordi Pujol en el Parlament de Catalunya tuvo todo el aire de una bajada del telón político por parte de una persona sin la cual no se puede explicar la historia moderna de Catalunya. Qué parte de esta historia se eleva por encima de la gloria de los patriotas que han dedicado la vida a la reconstrucción nacional y que se derrumba en la podredumbre de la corrupción lo tendrán que decidir los jueces.  A Pujol tuvieron que recordarle que no estaba allí para volver a dar lecciones a nadie y, cumplido el trámite, marchó con la sensación de que era consciente de haber pronunciado su último discurso en el Parlamento”.
Ara Cat
Ara Cat
En Ara Cat, Ferran Casas es elocuente: “Pujol riñe mucho y aclara poco. El ex evita comprometer a su familia, blande la “moral” y denuncia una “causa general”. “Yo ya estoy retirado y estoy en poca forma“. Lo decía, como si nada, Jordi Pujol en la puerta del ascensor, cuando estaba a punto de irse del Parlamento tras la que posiblemente será su última gran intervención pública: una comparecencia en la cámara para ampliar la confesión del 25 de julio sobre la evasión fiscal de un legado de su padre y unas acciones que su mujer e hijos no hicieron aflorar en Andorra hasta hace unos meses”.
Vilaweb
Vilaweb
“El personaje Jordi Pujol, la bestia política cargada de méritos históricos pero también de lastre político, y sobre todo con la credibilidad irremediablemente malograda por la autoinculpación familiar del 25 de julio, traicionó ayer al hombre aparentemente arrepentido, al expresidente que se suponía que iba al Parlament a dar más explicaciones por su error confeso como evasor fiscal. Ayer no tocaba regañar. Ayer tocaba volver a pedir perdón, y sobre todo tocaba ir más a fondo en las explicaciones, en la verdad, en la asunción de la culpa. Fue una oportunidad perdida, una oportunidad solemne, en sede parlamentaria, en un terreno conocido. Seguramente fue su última oportunidad de pasar página ante la opinión pública con dignidad. Y la desaprovechó. Mientras se ciñó al guión escrito, cumplió con el que parecía que era su comportamiento inicial: ser el principal crítico con él mismo sin desvelar, aun así, ningún elemento importante sobre la investigación. Pero en el turno de respuesta no se pudo contener y le salió de dentro del orgullo herido del viejo político que ve como se le cuestiona la trayectoria”.
El Triangle
El Triangle
“Fue entonces cuando Pujol rompió con la imagen de arrepentimiento para adoptar un tono desafiante impropio del trance en que se encuentra. De forma que el resultado final de su intervención lo deja de nuevo malparado: se quedó corto a la hora de responder a las legítimas demandas de información de los diputados y se pasó de raya a la hora de recriminarles la actitud. Por mucho que le buscaran las cosquillas, por tramposos que fueran algunos de los reproches disfrazados de pregunta, alguien que ha reconocido haber evadido impuestos durante tres décadas no se puede permitir en ningún caso levantar la voz y abroncar a los diputados para darles lecciones de ética y moral. Da la sensación de que el expresidente no ha entendido cuál es su situación, no ha entendido, por decirlo en los términos cristianos que usó en su confesión, que se encuentra en una especie de purgatorio. Si efectivamente Pujol quería hacer un último servicio en el país, si quería honrar la institución del Parlament, no tenía bastante con comparecer. Había que explicarse a fondo y había que hacerlo sin pasar orgullosamente al ataque“.

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