TODAS las consignas emitidas por denominada Plataforma para salvar a la Mezquita como «por una Mezquita-Catedral, de todos», «hay que salvar la Mezquita-Catedral», «que su titularidad sea de todos» —y tantas otras frases incendiarias que emitieron para violentar los ánimos y ganar adeptos para conseguir sus fines nada claros— ya se han puesto de manifiesto. Es decir, IU ha descubierto la finalidad de las mencionadas consignas, o lo que es lo mismo se ha quitado el disfraz. Veamos.
La primera falacia que cometían era la de que había que salvar a la Mezquita-Catedral. Nos preguntamos: ¿De qué? ¿Qué peligro la amenaza? ¿Acaso del riesgo de que es un templo católico?
La segunda falsedad es que tenía que pertenecer a todos. Cuando un monumento es declarado Patrimonio de la Humanidad, ya su propietaria es esta misma, aunque como es lógico tenga que haber una institución que lo cuide, repare y mantenga para que todos podamos disfrutarlo. Y últimamente, el senador de IU José Manuel Mariscal ha manifestado que «habría que considerar» abrir la Mezquita al rito musulmán en caso de que el monumento fuera de gestión pública. ¡Por fin IU ha puesto de manifiesto y sin ambages su deseo! ¡Convertir un templo católico en templo musulmán!
Pero, si fuese de gestión pública, ¿a quien se les encomendaría su custodia? ¿A un organismo formado por políticos de IU o de otro partido similar? Larga experiencia tenemos los cordobeses de cómo nuestros dirigentes han mantenido nuestro patrimonio cultural. Es bueno que recordemos un poco la historia:
Antes de que los musulmanes construyesen su mezquita, había en su lugar una basílica cristiana, dedicada a San Vicente; buena prueba de ello son los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones del Patio de los Naranjos.
Los islamistas, por derecho inalienable y reconocido mundialmente de conquista, tomaron posesión de dicho templo, lo derruyeron y sobre su solar elevaron la mezquita. Tenían perfecto derecho a realizarlo, ya que eran unos conquistadores. Y esto mismo hicieron con otros templos cristianos, que convirtieron en mezquitas y no sólo aquí sino también en otros países y otras religiones, a las que islamizaron.
Los cristianos no podían entrar a orar en la mezquita cordobesa porque eso sería profanar el templo, lo mismo que hoy también se profana una mezquita si una mujer entra en ella sin velo (nuestra Reina ha tenido que ponérselo) o se penetra sin descalzarse. Pero continuemos con la Historia- Resulta que el 29 de junio de 1236, Fernando III entra en Córdoba como conquistador triunfante, al igual que habían hecho los muslimes en su momento.
Una de las primeras cosas que hizo fue consagrar la mezquita a Santa María, que así se denominó desde ese momento: Iglesia Mayor de Santa María. De esta forma se conoció hasta que en el siglo XVI el obispo Alonso Manrique, en contra de la opinión del Cabildo catedralicio, que después por simple razón de corporativismo, se unió a sus deseos, decidió construir en ella una catedral. Mas lo hecho, hecho está.
La razón para aceptar la nueva construcción era que el Cabildo municipal se oponía a ella y el catedralicio prefirió unirse a su obispo. Conviene, además, que todos conozcamos la cédula que Felipe IV dio en Madrid, en 1659, en la que declara al obispo como dueño legítimo de la Mezquita-Catedral de Córdoba y, que por falta de espacio, no reproducimos. (Siempre se ha dicho que no hay nada más atrevido que la ignorancia).
En los casi 800 años, transcurridos desde entonces, el Cabildo de la Catedral lleva cuidando de ella. No lo habrá efectuado tan mal cuando se conserva en óptimas condiciones. ¿Qué hubiese sido de ella si los poderes políticos, hubiesen sido los responsables de su administración, mantenimiento y cuidado? No entendemos cómo un hombre tan insigne como Federico Mayor Zaragoza desconoce el derecho irrenunciable de conquista sobre las tierras y bienes que se han ganado en buena lid. ¡Claro es que este señor no es de Historia y eso puede justificarlo! ¿O quizá sea que no le conviene reconocerlo?
Lo que carece de argumento es que diga que puede ser considerado «monumento en riesgo». ¿Acaso se va a derrumbar inminentemente, o es que el riesgo consiste en que los musulmanes no oren en ella? Desde los tiempos de Esaú, siempre ha habido alguien que ha vendido su voluntad por un plato de lentejas. En este caso no han sido lentejas sino petrodólares.Que los políticos dejen las cosas como están y se preocupen por solucionar los gravísimos problemas que tenemos los ciudadanos y no creen polémicas innecesarias que sólo sirven para fomentar rencores, odios y bajas pasiones.
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