La tercera y última entrega sobre el balance dos años de Gobierno tiene como protagonistas a los seis ministros “políticos” del Ejecutivo: Margallo(Exteriores), Gallardón (Justicia), Jorge Fernández Díaz (Interior), Morenés (Defensa), Ana Mato(Sanidad) y Wert (Educación). Engaños, corrupción, nepotismo y negligencias graves con su gestión jalonan sus primeros dos años de mandato.
José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación. Se entrevistó dos veces con la princesa Corinna a requerimientos de ella o del rey Juan Carlos, pero lo mantuvo en secreto incluso ante el Senado, donde tuvo que comparecer para explicar si España poseía alguna relación contractual o económica con la amiga del rey, que había presumido de ello en varias publicaciones internacionales. Todo lo contrario, Margallo fingió sentirse muy ofendido cuando el senador Iñaki Anasagasti le preguntó por ello. La mentira (que según un viejo aforismo español, “tiene las patas muy cortas”) quedó en evidencia pero Margallo no dimitió ni nadie se lo pidió.
Uno de los mejores secretos guardados por Margallo es su tesis doctoral. Nadie la ha visto publicada a pesar de que la leyó el 21 de noviembre de 2003 en la Universidad de Elche, cuando contaba con 60 años. Dos años antes de presentarla, publicó “Ahorro y Fiscalidad en España”, trabajo editado por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (2001), que tuvo que ser rescatada financieramente por el erario público. Su tesis doctoral se titula“La fiscalidad en la sociedad del bienestar” y fueron sus directores Eva Aliaga Agulló y Juan José Bayona de Perogordo, actuando en el tribunal como presidenta Teresa Soler Roch, como secretario Francisco Poveda Blanco y como vocales Ramón Falcón y Tella, Juan José Rubio Guerrero y Gaspar de la Peña Velasco.
La Universidad “Miguel Hernández” de Elche ha etiquetado la tesis como “no disponible”. Es la misma universidad que otorgó al empresario y ex presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, hoy encarcelado por alzamiento de bienes, blanqueo de capitales e insolvencia punible, un doctorado “honoris causa”, que a petición de los estudiantes le fue retirado este año. También invistió al político Luis Gámir, viejo amigo de Margallodesde los tiempos de UCD.
Aunque ahora genera rechazo por sus aires petulantes y avasalladores, Margallo fue siempre en la UCD y en la Democracia Cristiana un político que se distinguía por su carácter sumiso y adulador. Este cambio personal, que entre sus círculos más privados se asocia con su divorcio y acceso al poder, ha sorprendido en el Congreso de los Diputados. Nunca soñó ser ministro, y aún menos de Exteriores, pues se creía especializado en Economía, pero Rajoy quiso impedir a toda costa nombrar al que llamaba en privado “el bruto” de Arias Cañete”, afín a Rodrigo Rato. Eso hizo que Margallo pasara en apenas unas horas de economista a diplomático.
Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia. La prensa descubrió que siendo alcalde de Madrid había estado pagando 12.000 euros mensuales a Iñaki Urdangarín por informes falsos, pero lejos de dimitir, le “echó el muerto” a su colaboradora Mercedes Coghen,que a su vez declaró ante el juez Castro que todo lo hacía siguiendo órdenes de Gallardón. No solo no dimitió sino que fue ascendido de alcalde a ministro de Justicia.
Desde el nuevo cargo continuó con sus tropelías: indultó a un conductor “kamikace” que mató a otro conductor pero cuya defensa la llevaba el bufete de abogados donde trabaja su hijo, José Ruiz Gallardón, e indultó igualmente a un empresario condenado por defraudar 12 millones de euros a AENA. El Tribunal Supremo, en un acto que sirvió de poco, le amonestó por utilizar el indulto con “excesiva discrecionalidad” y reclamó al Ejecutivo que aboliera tal privilegio feudal. La arbitrariedad con que Gallardón utiliza los indultos es similar a la alegría con la que maneja los fondos públicos: el ayuntamiento de Madrid, tras su paso, es el más endeudado de España a causa de las obras faraónicas que colapsaron la ciudad durante años.
El “caso Urdangarín” y los indultos del ministro:
Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior. Tenía que haber dimitido en 1983 cuando la periodista Elena Lorente denunció que es el político que más familiares ha contratado como empleados públicos en toda España. No solo no arruinó su carrera política sino que fue escalando poco a poco hasta llegar a ser ministro con Rajoy, de quien había sido su perro faldero más fiel como secretario de Estado. Era conocido en el Congreso por sus cabezazos y reverencias a ministros y altos cargos, pero cuando llegó al Consejo de Ministros las exige él. Ha defenestrado a los policías que investigaban el “caso Bárcenas”, lo cual también hubiera sido objeto de dimisión en cualquier país civilizado. Conoce todos los secretos privados de Rajoy y por ello éste le mantiene en el cargo a pesar de su reconocida incompetencia y arbitrariedad, denunciada por todos los sindicatos policiales.
Pedro Morenés, ministro de Defensa. Un mes antes de las elecciones generales en España, era traficante (legal) de armas y presidente en España de la empresa panaeuropea MBDA, fabricante de misiles. También fue consejero y representante de la empresa armamentística española Instalaza S.A. Según The New York Times, vendió bombas racimo a Gadafi en 2008, que después este utilizó para masacrar a la población libia. Ha sido denunciado por numerosas estafas pero cada una de ellas lo espoleaba y ascendía hasta llegar al Consejo de Ministros. El “caso Instalaza”, el “caso Segur Ibérica”, “caso atuneros”. Todos los sumarios fueron archivados.
Ana Mato, ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Un coche “Jaguar” y una ranchera que ella siempre sostuvo que se los encontró en el garage y no sabía de quien eran, viajes a Disneyland París, fiestas de cumpleaños para sus hijos con miles de euros en confetti, bolsos Vuitton… Son tantas laspruebas de los cohechos que los “capos” de la trama Gurtel obsequiaron a Ana Mato, su entonces marido el senador Jesús Sepúlveda y sus hijos, que todo ello motivó incluso un editorial del periodico alemánFrankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los más influyentes en Europa, con una dura crítica que extendió a todos los políticos españoles que no dimiten cuando se airean sus escándalos de corrupción.
“No dimite ni Dios”, afirmaba el diario germano, después de criticar a la clase política o partitocracia española, muy especialmente al PP. Pero Ana Mato no solo no dejó el cargo ni nadie le obligó a hacerlo, sino que viajó con fondos públicos a Nueva York para ver a Rafa Nadal en la final del US Open alegando que era “ministra de compañía” de la reina, al tiempo que mostraba una insensibilidad absoluta ante el drama nacional de paro, pobreza y exilio que está golpeando a diario a los españoles.
José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte. Es el único ministro del gabinete del que no se han constatado hasta ahora denuncias por sus actividades privadas o por malversación pública. Wert sabe que los rectores, vicerrectores y decanos de las facultades españolas han preferido despedir a profesores antes que renunciar a sus privilegios: faraónicas obras, gastos suntuarios, viajes, pluses y dietas o el masivo enchufe de familiares. De ahí que los catedráticos y profesores de la comunidad universitaria española, que ha prescindido de los alumnos como fuerza movilizadora, guarde silencio frente a sus políticas y acepte disciplinadamente su degradación económica y moral.
El catedrático de Economía, Roberto Centeno, ha calificado de “canallada” que comenzó el PSOE y continuó el PP lo que desde 1975 ha venido sucediendo: “la destrucción de la enseñanza pública”: “Los responsables, queden sus nombres para conocimiento y desprecio por las generaciones futuras, fueron: José María Maravall, Javier Solana y Alfredo Pérez Rubalcaba. Estos desalmados comenzaron por expulsar a los mejores catedráticos y profesores de las universidades españolas con la llamada ley de incompatibilidades. Los mejores catedráticos de España, que lógicamente trabajaban también en el mundo real -cirujanos, economistas, abogados, ingenieros-, tuvieron que marcharse”.
El periodista Graciano Palomo, director de News Universidad, lo corrobora: “muchos de ellos (profesores) han sido elegidos sin ningún tipo de mérito. Olvidan que la Universidad española está repleta de nepotismo, sectarismo político, cuajada de profesores sin mérito alguno salvo militar en un partido o ser amigo o familiar de algún cátedro preboste. No digo que todos, ni la mayor parte. Digo que muchos. Les voy a poner un ejemplo que conozco bien. La mayor parte, por no decir todos los profesores de Periodismo, no han pisado jamás una redacción ni han practicado en su día ningún género periodístico como profesionales. No saben de qué va la cosa. Eso sí, pontifican y presumen como si fueran Walter Cronkite”.
Centeno recuerda que “simultáneamente, anularon las oposiciones como método de acceso a las cátedras, y las sustituyeron por el dedo y la militancia de izquierdas, además de reprimir a todas las profesiones de la excelencia: notarios, abogados y economistas del Estado, entre otras. ¡Fuera toda aristocracia profesional!, ¡mueran las élites intelectuales! Estos desalmados borraron el conocimiento de todas las esferas del saber, no tienen perdón. El daño es irreparable: a día de hoy, el 85% de los profesores no tienen los conocimientos para impartir las materias a su cargo”.
“Entre las 200 mejores universidades del mundo no hay ni una sola española y sólo 10 entre las 500 mejores. Sembraron por doquier universidades públicas con niveles culturales irrisorios. Hoy existen 50 y sobran unas 30; sería más barato cerrarlas y pagar las carreras a los alumnos en Harvard que mantenerlas abiertas. La canallada para las clases menos favorecidas ha sido brutal: la enseñanza pública ha dejado de ser el ascensor social y cultural que fue en el pasado”, concluye el catedrático.
Fuente:Un espía en el Congreso
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