La actriz Maribel Verdú dijo estas palabras al agradecer su premio Goya a la mejor actriz protagonista: «Me gustaría dedicar este Goya a toda esa gente que ha perdido sus casas, sus ilusiones, sus esperanzas incluso sus vidas por culpa de un sistema quebrado, injusto, obsoleto, que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos».
Le faltó indicar que se refería a todos aquellos a los que, con su imagen, había tratado de convencer para comprar las hipotecas que anunciaba. Es una más de las contradicciones de la noche de los premios del cine español, empeñado en dar lecciones de moral y con los oídos sordos a las razones para la mesura.
Precisamente, el diciembre pasado, las «víctimas» de la publicidad protagonizada por Verdú se manifestaban a diario contra la dicha empresa hipotecaria, para «mostrar nuestra indignación por la reiterada actitud de UCI al negarse a atender el ruego desesperado de las familias que debido a la crisis, han caído en mora y se ven paulatinamente sometidas a un proceso judicial que termina en la subasta de su casa, al denigrante desahucio y finalmente al pago de una deuda personal impagable, haciendo evidente que nos hemos convertido en esclavos financieros de una trama organizada que partió de la sobretasación de los pisos por los que nos hipotecamos con ilusión de futuro y se han convertido en nuestras tumbas».
El «sistema quebrado» del que se quejaba la actriz tal vez hubiera merecido algo más de compromiso por su parte a la hora de preguntar las condiciones de los créditos que ayudaba a comercializar, o al menos buscarle un buen destino a los honorarios que debió cobrar por realizar el anuncio.
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