Es habitual que cuando alguien señala los excesos de los políticos se utilice la frase de“eso es el chocolate del loro”. Con semejante frase, menospreciando la propuesta, se zanja la polémica y a otra cosa. Ayer Diario El Aguijón lanzó la demostración palpable de que uno de esos “chocolates del loro”, los coches oficiales, no son precisamente una cantidad tan pequeña como para ser despreciada con semajente frase. Los 22.500 coches oficiales contabilizados por la Intervención General del Estado cuestan a los españoles la friolera de 1.200 millones de euros al año. Si tenemos en cuenta que Cataluña recaudará con el copago farmaceútico 50 millones de euros, que las subvenciones a toda la minería son unos 600 millones o que la totalidad de medidas de recortes de la Comunidad de Madrid son menos de esos 1.200 millones de euros nos daremos cuenta de que la cantidad, lejos de ser una cifra menor, resulta ser una barbaridad.
Los españoles tenemos derecho a saber cuanto nos cuesta el modelo de Estado que tenemos, partida a partida, y con detalle. No es baladí que la transparencia, esa palabra tan pronunciada por los políticos y tan virgen en la práctica, comience a ser una realidad. Saber cuanto ganan nuestros políticos, cuanto se gasta cada organismo público detalladamente, a qué se destinan nuestros impuestos es vital, porque sin control ciudadano no existe democracia, o cuando menos será de baja calidad. Es menester conocer en qué se gasta nuestro dinero, que es el dinero de todos los españoles y no de los políticos, porque en ese conocimiento se sustenta una auténtica democracia avanzada. Conociendo donde se gasta nuestro dinero, todos podemos valorar en qué se debe recortar y en qué gastar. Y eso es lo que los políticos no quieren que suceda, porque entonces no podrían hacer de su capa un sayo.
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