La noticia que conocemos hoy de un grupo de cinco concejales de Alcantarilla que cobran entre todos 1750 euros para reunirse y decidir una subvencion de 250 nos muestra en un mero ejemplo lo que está ocurriendo en realidad. Mientras se traslada a la opinión pública la imperiosa necesidad de recortar y “no gastar más de lo que tenemos”, los políticos siguen viviendo ajenos a la crisis. Y lo son todos, sin distinción de partido, de color o de ubicación. No sólo no se bajan de sus coches oficiales y de toda su parafernalia, sino que su peso en la administración es absolutamente insoportable e insoportable económicamente. Para dar cabida a todos los que les aúpan en las carreras y competiciones internas de sus partidos, han creado un estado mastodóntico, capaz de tragarse sin inmutarse, el presupuestos más voluminoso que sean capaces de ponerles por delante.
España no puede seguir manteniendo 445.000 políticos, 23.000 coches oficiales, 17 estados, más de 8000 ayuntamientos, diputaciones, embajadas de todo tipo y colores, y los más descabellados proyectos que todos ellos conllevan. Ahí está el auténtico problema de las cajas de ahorros, que han sido las grandes financiadoras de todo lo que se les pasaba por la cabeza a los políticos. ¿Y quien estaba al frente de las cajas? Los políticos. Así pues, tenemos a las zorras guardando de las gallinas y ese bucle es absolutamente insostenible. Tenemos consejerías de agricultura con más funcionarios que agricultores, más de 600 empresas municipales de la vivienda que no construyen ya viviendas públicas, empresas públicas para el fomento del flamenco y la tortilla de la patata y nos gastamos la friolera de 6000 millones de euros en políticas lingüísticas. España no puede soportar que uno de cada tres funcionarios en educación esté para controlar a los otros dos que trabajan. España no puede continuar instalada en la máxima del “uno trabajando y los demás mirando”. Sencillamente, esto sí que es vivir por encima de nuestras posibilidades. Pero digamos de una vez las cosas claras. No son los ciudadanos quienes viven por encima de sus posibilidades, sino los políticos. Y hay que comenzar a decir basta, porque esto se ha convertido en cuestión de supervivencia.
Tenemos un modelo de Estado que ha sido concebido para dar cabida a todo un ejército de políticos, más de 445.000 según un estudio publicado en nuestro diario y elaborado por asesores de Presidencia del Gobierno. No tenemos un modelo de Estado concebido para dar mejores servicios a los ciudadanos o para nuestras instituciones más participativas y transparentes. El tamaño del Estado no es un problema de funcionarios, es un problema de políticos, porque son estos los que hacen crecer el modelo para albergar a cada vez más amigos inventándose empresas públicas, organismos que en realidad o no sirven para nada o no se justifica su existencia en relación al presupuesto que manejan.
Al igual que épocas pasadas, los políticos actúan como si España fuera su cortijo y la plebe siguiera siendo masa a la que acarrear con sus votos hacia las urnas cada cuatro años. Pero es que además estamos en la situación crítica en que ese modelo de Estado pone por sí mismo en peligro todos los avances sociales logrados durante décadas y generaciones. Y ahí tenemos por un lado a los políticos defendiendo como gatos panza arriba “su modelo” y haciendo “lo que sea necesario” para que esto no se caiga, mientras que por otro tenemos a los ciudadanos de a pie sufriendo todo tipo de recortes y calamidades, con tal de que se siga pagando ese modelo de Estado, que es absolutamente insostenible económicamente. El modelo está agotado, con las autonomías a la cabeza, y la mayoría de la sociedad lo tiene asumido. Los políticos podrán intentar alargar su agonía, pero el modelo está muerto, y ellos lo saben. La resistencia obstinada al cambio de modelo de la que hacen gala todos los políticos sólo puede conducir a que un chispa prenda en ese sentimiento, y todo se incendie.
España necesita dotarse de un modelo político que nos podamos pagar, sin que nos ahogue. Un modelo que abogue por el principio de “más sociedad civil, y menos Estado”. Y menos Estado, no significa un Estado más débil sino más operativo y más multifuncional, con una mejor selección de sus recursos humanos y una optimización de sus servicios y recursos. No descubrimos la pólvora, sólo miramos más allá de los Pirineos, a países como Alemania donde tienen 200.000 políticos menos que España con una población de 80 millones de habitantes. Mientras ese cambio de modelo de Estado no se acometa, el resto es el chocolate del loro.
1 comentario:
Como diria la reina de corazones: ¡¡Cortemosles la cabeza....!!(al despilfarro, claro está)
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