martes, 8 de noviembre de 2011

Un debate carísimo y que olvidó o trató de perfil algunas cuestiones importantes

Anoche vi el debate electoral entre Rubalcaba y Rajoy. Antes de entrar en su contenido, hay ciertos detalles que quiero apuntar. El debate costó entre 530.000 y 550.000 euros (de 88,1 a 91,5 millones de pesetas). De esa cantidad, a TVE le cuesta entre 230.000 y 300.000 euros, de 38,2 a 49,9 millones de pesetas que pagamos todos los contribuyentes. Ya sólo el precio del catering -las comidas y bebidas- fue de 20.000 euros, sobre 3,3 millones de pesetas. Todo eso para un debate de una hora y media de duración.
Me parece inmoral que se haga un despilfarro de tal calibre a costa del contribuyente después de que se hayan cargado sobre los pensionistas, las personas dependientes, las familias con hijos recién nacidos y los funcionarios los recortes anunciados por el gobierno el año pasado. En especial el descomunal despilfarro en catering resulta ya escandaloso mientras miles de necesitados que hacen cola a diario ante los comedores sociales de Cáritas y otras iniciativas de ayuda a los pobres, que cada vez ven más recortadas las ayudas que reciben del Estado. ¿Con qué cara esos dirigentes políticos pedirán esfuerzos y sacrificios a los españoles tras tirar 3,3 millones de pesetas en comida y bebida en una hora y media?
En fin, dicho esto, no me detendré aquí en los detalles de lo que se dijo en el debate, pues cualquiera los puede repasar hoy en todos los medios de comunicación. Antes bien, quiero destacar lo que no se dijo en el debate:
TERRORISMO: Siguiendo la estrategia compartida por PSOE y PP tras el anuncio hecho el día 20 por los asesinos, durante el debate el terrorismo de ETA pasó de forma puramente marginal. Después de años de mentiras para ocultar una negociación entre la banda criminal y el PSOE ya desde 2002, es decir, mientras el PSOE firmaba de cara a la galería el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, Rubalcaba aún tuvo el cuajo de prometer a Rajoy “lealtad” en materia antiterrorista si el candidato del PP gana las elecciones. Sin ir más lejos, hace 9 días Rubalcaba cargó sobre Aznar los asesinatos cometidos por ETA entre 1996 y 2004. Rajoy dejó escapar la ocasión de recordarle al PSOE y más concretamente a su candidato su tremenda deslealtad en esa materia. Como en otras cosas, el candidato del PP prefirió seguir la estrategia de Pedro Arriola e ignorar o tratar de perfil este asunto. Ni siquiera tuvo palabras para lamentar la vuelta de los terroristas a las instituciones -que tendrá como colofón su reentrada tras el 20N en el Congreso y el Senado-, vuelta que no sería posible si la negociación entre el gobierno socialista y ETA no hubiese continuado tras la tregua-trampa de 2006.
ABORTO: Rubalcaba sacó el tema en línea con las tesis abortistas más radicales que ha defendido su partido durante el mandato de Zapatero. Ante ello, Rajoy prefirió ignorar el tema, a pesar de que varias de las mayores movilizaciones sociales del zapaterismo se convocaron precisamente para defender el derecho a la vida de los no nacidos. Desde luego me parece alarmante que la protección de la vida de los más inocentes e indefensos no mereciese ni la más mínima alusión por parte de un individuo que tiene enormes posibilidades de gobernar España después del 20 de noviembre.
CORRUPCIÓN POLÍTICA: La ausencia de esta cuestión en las intervenciones de ambos candidatos fue uno de los hechos más llamativos del debate, más aún si tenemos en cuenta los diversos casos de corrupción que han salpicado tanto al PP como al PSOE. Ayer mismo se conoció que el Fiscal ha visto indicios de delito en los favores de José Blanco a un empresario, pero la implicación del Ministro de Fomento en ese caso no motivó ni una simple alusión por parte de Rajoy, tal vez por miedo a que se sacase a relucir el caso Gürtel que afecta al PP. ¿Pactaron ambos partidos no tratar este tema? Resulta evidente que sí hubo un pacto, tal vez para evitar ensuciar aún más la ya deteriorada imagen de la clase política. Pero esa imagen no se mejora encubriendo sus defectos, sino reconociéndolos y corrigiéndolos.
MATRIMONIO: Rubalcaba entró en el tema a saco, defendiendo la ley con la que el gobierno socialista adulteró la institución matrimonial equiparándola con las uniones del mismo sexo, lo que ha llevado a disparates como la supresión de las referencias al padre y a la madre en todos los registros legales. Esa ley tuvo como consecuencia más dramática el negar a los niños adoptados su derecho a disfrutar de un padre y una madre, convirtiéndoles en meras cobayas del experimento de ingeniería social iniciado por Zapatero en esta materia. El candidato socialista también enarboló, con absoluto descaro, el llamado “divorcio express” que ha duplicado el número de rupturas familiares en España y que ha legalizado, de hecho, una institución tan perniciosa como el repudio, al rebajar el contrato matrimonial de tal forma que ya tiene menos valor que el más insignificante de los contratos mercantiles. Ante eso, Rajoy se conformó con abordar el tema de los matrimonios del mismo sexo desde una óptica puramente nominalista y con el fin de defender -con el mínimo esfuerzo posible- el recurso presentado por su partido ante el Tribunal Constitucional. Decepcionante.
EDUCACIÓN: Rajoy no hizo mención alguna ni a la asignatura de adoctrinamiento ideológico implantada por el gobierno socialista -la Educación para la Ciudadanía cuya supresión ha prometido el PP- ni a la imposición lingüística que ha llevado a cabo el PSOE en Cataluña, Galicia y Baleares, tal vez porque el PP primero en Valencia y desde 2009 en Galicia ha desarrollado unas políticas educativas que se empeñan en arrebatar a las familias el derecho a elegir en qué idioma desean escolarizar a sus hijos.
LIBERTAD RELIGIOSA: Durante el mandato de Zapatero se han vivido en España episodios tan preocupantes como el cierre gubernativo de un templo católico por motivos políticos o la autorización el pasado mes de agosto y en plena Jornada Mundial de la Juventud de una manifestación cristianofóbica que degeneró en insultos, amenazas y agresiones contra los católicos. Lejos de condenar los hechos, el Ministro del Interior ordenó un trato de favor para los agresores. Después de esos graves hechos, que incluso provocaron un incidente con Francia al ser agredidos varios católicos de esa nacionalidad, Rajoy no hizo ni la más mínima mención al tema durante el debate.
En fin, por mi parte y en vista de las citadas omisiones que aprecié en el debate de anoche, mi decisión de cara a las próximas elecciones no ha cambiado. Desde luego, no pienso votar a un PSOE que ha llevado a España a la ruina no sólo económica, sino también política, educativa y moral, pero tampoco tengo la menor intención de votar a un PP cuya dirección se empeña en ignorar o dar un trato secundario a todo diagnóstico de esa crisis que no sea el meramente económico, como si la liquidación de más de 100.000 vidas inocentes cada año, la imposición ideológica y lingüística en las escuelas, las agresiones a la libertad religiosa, el maltrato a la familia, la corrupción política y la negociación entre el gobierno y ETA -que ha permitido, entre otras cosas, el regreso de los terroristas a las instituciones- fuesen asuntos sin importancia como para abordarlos con profundidad y firmeza en un debate electoral. Me niego a votar a un político que demuestra tal ceguera ante la realidad social de nuestra nación.

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