Cartel de Franco y cartel electoral de Rubalcaba.
La gran innovación de los publicitarios que trabajan para el PSOE es copiar para Alfredo Pepunto el lema y las fotos que usó Su Excelencia el Generalísimo Francisco Franco para pedir en 1966 a los españoles que aprobasen en referéndum la Ley Orgánica del Estado que le permitió nombrar como sucesor a título de rey a Juan Carlos de Borbón y Borbón.
¡Pero si los dos están sonriendo y en postura tres cuartos, asomando la oreja! Cercanos, simpáticos, confiables, calvos. La semejanza sería completa si Alfredo Pepunto se afeitara la barba o Franco el Rojo estuviese en mangas de camisa, estilo peronista.
Franco, sí. Rubalcaba, sí. Ambos lemas nos eximen de pensar, de argumentar, de reflexionar. Nos ofrecen identificarnos con ellos, porque ellos son el programa, el Estado, el Gobierno. Conocemos sus obras y eso nos basta. Un buen español, un buen progresista no puede vacilar.
Como ha escrito David Gistau en una excelente columna (una de las pocas veces que merece la pena pagar por leer la sección de Opinión de un periódico español, con sus momias y sus cuotas):
Indicios hay muchos, como la adhesión del padre de Alfredo Pepunto al bando nacional en la guerra y su incorporación al Ejército de la Victoria, como suboficial de Aviación. ¡Cómo sería su lealtad al 18 de Julio que pasó a Iberia como mecánico de vuelo!
Y encima la fecha del entierro es el 20-N.
La gran innovación de los publicitarios que trabajan para el PSOE es copiar para Alfredo Pepunto el lema y las fotos que usó Su Excelencia el Generalísimo Francisco Franco para pedir en 1966 a los españoles que aprobasen en referéndum la Ley Orgánica del Estado que le permitió nombrar como sucesor a título de rey a Juan Carlos de Borbón y Borbón.
¡Pero si los dos están sonriendo y en postura tres cuartos, asomando la oreja! Cercanos, simpáticos, confiables, calvos. La semejanza sería completa si Alfredo Pepunto se afeitara la barba o Franco el Rojo estuviese en mangas de camisa, estilo peronista.
Franco, sí. Rubalcaba, sí. Ambos lemas nos eximen de pensar, de argumentar, de reflexionar. Nos ofrecen identificarnos con ellos, porque ellos son el programa, el Estado, el Gobierno. Conocemos sus obras y eso nos basta. Un buen español, un buen progresista no puede vacilar.
Como ha escrito David Gistau en una excelente columna (una de las pocas veces que merece la pena pagar por leer la sección de Opinión de un periódico español, con sus momias y sus cuotas):
La candidatura de Rubalcaba nos ha arrebatado un personaje con el que fantaseamos durante años. Como si cupiera en un molde psicológico de Zweig, nutrimos la leyenda de una inteligencia insomne, infalible, inextinguible, que gobernaba los subsuelos del Estado y llevaba décadas sin tener que arrancar su propio coche, como hace ahora con el Skoda de atrezo. (...) Es el personaje electoral que ha improvisado Rubalcaba el que nos tiene atónitos. Decepcionados como cuando le quitaron el casco a Darth Vader y apareció un señor con cara de Skoda.Yo sólo encuentro una explicación. Alfredo Pepunto es un topo de los servicios de información del franquismo que por fin va a cumplir la misión suicida que le asignó Carrero Blanco: hundir el PSOE.
Indicios hay muchos, como la adhesión del padre de Alfredo Pepunto al bando nacional en la guerra y su incorporación al Ejército de la Victoria, como suboficial de Aviación. ¡Cómo sería su lealtad al 18 de Julio que pasó a Iberia como mecánico de vuelo!
Y encima la fecha del entierro es el 20-N.
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