El Papa Benedicto XVI.
Ofensiva laica e 'indignada' contra el Vía Crucis del JMJ
Los sindicatos convocan paros en aeropuertos y Metro para el 18 de agosto.
La seriedad de un país se mide por su capacidad para estar a la altura de los acontecimientos. La visita de cuatro días del Papa a Madrid la próxima semana es un evento de primer orden que pondrá los ojos del planeta sobre España. Miles de personas de todos los rincones tienen ya su billete para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Pues bien, como subraya el diario ‘El Mundo', cuando el país debería prepararse para acoger un acto de una gran repercusión social y económica produce tristeza comprobar la pequeñez de miras de algunos.
Primero fueron los colectivos contrarios a la Iglesia los que reclamaron protagonismo planteando manifestaciones de protesta para recibir a Benedicto XVI.
Ahora son los sindicatos los que se suman al boicoteo anunciando paros de 24 horas en el Metro de Madrid y huelga del personal de tierra en todos los aeropuertos coincidiendo con el aterrizaje del Papa en la capital, lo que de llevarse a cabo produciría un caos en el transporte.
Se trata de un chantaje intolerable al que las autoridades deben saber responder para garantizar el servicio y asegurar que la JMJ sea un éxito.
Tras bastantes años de sesteo y perdida buena parte de su influencia social, UGT y CCOO resucitan el sindicalismo ‘borroka' y convocan huelgas en servicios públicos clave para la movilidad de grandes masas: los aeropuertos y el Metro de Madrid.
Tendrán público esta vez los sindicalistas, porque .más de 4.500 periodistas extranjeros están acreditados para informar de la llegada del Pontífice y de los actos de la JMJ.
En teoría, se trata de una huelga general en el sector en protesta por el incumplimiento que las empresas de handling -servicios de tierra de las aerolíneas- hacen del convenio colectivo de estos trabajadores, al subrogar estos servicios.
El personal de tierra de los 47 aeródromos españoles está dispuesto a bloquear el tráfico de pasajeros el 18 de agosto, lo que se traduce en problemas y retrasos en la facturación y recogida de maletas, en el acceso de viajeros a los aviones a través de los fingers (plataformas móviles), y hasta en la asistencia a personas con movilidad reducida.
Pese a que las negociaciones entre sindicatos y empresas -en concreto, la compañía de carga WFS- se iniciaron hace más de un mes -el pasado 4 de julio-, los representantes sindicales decidieron convocar la huelga el día que el Papa llega al aeropuerto de Barajas.
La llegada de Benedicto XVI viene precedida por la llegada de casi medio millón de peregrinos que van a celebrar en Madrid las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). De los 420.000 participantes inscritos hasta hace un mes, que ya tienen pagados el viaje y la estancia, unos 340.000 vienen del exterior: su paso por el aeropuerto es prácticamente obligado.
El resto, unos 82.000, son peregrinos españoles. Y se espera que a ellos se sumen en los actos organizados miles de jóvenes que no han pagado la inscripción, amén de miles de devotos de todas las edades que acudirán a Madrid a ver al Papa en persona.
Los que no se hayan desplazado antes y lleguen por aire el 18 de agosto a la capital de España, para ver al Pontífice, se toparán con un aeropuerto puesto patas arriba.
El segundo obstáculo lo encontrarán los peregrinos en el transporte más rápido y ubicuo que tiene Madrid: el Metro.
Uno de los sindicatos que representan a sus trabajadores, UGT, convocó este 8 de agosto de 2011 paros en la tarde del jueves, cuando Benedicto XVI -llegado a Barajas por la mañana- se desplaza al centro de Madrid a saludar a los peregrinos, y huelga de 24 horas los días 20 y 21, el fin de semana que el Pontífice moverá a las masas del centro a las afueras de la capital.
No son los sindicalistas los únicos que darán la bronca intentando torpedear el JMJ. Los ocupas, antisistema e indignados también quieren echar su puñado de arena en los rodamientos de celebración papal.
Los indignados están elaborando un calendario de acciones de protesta para la llegada del Papa, entre las que se encuentra la escenificación de un vía crucis reivindicativo, la colocación de puestos informativos en los lugares donde se hospedarán los peregrinos y una manifestación en Neptuno paralela a la misa del martes en la plaza de Cibeles con la que se inaugura la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Para llevar a cabo estos actos miembros del movimiento han contactado con asociaciones y organizaciones (laicas, feministas) que critican también la visita del Papa para unir fuerzas.
La Delegación de Gobierno ha prohibido el itinerario de la manifestación convocada por Europa Laica, Redes Cristianas y AMAL para el día 17 en la Puerta del Sol (mismo día, lugar y hora del Vía Crucis), y ha propuesto como alternativa que la marcha transcurra por el barrio de Lavapiés.
Las llamadas asociaciones laicas no están dispuestas a que la JMJ se desarrolle con normalidad. Se niegan a aceptar cambios, afirman que «no tirarán la toalla» y advierten de que tienen «hasta el día 17 para seguir luchando».
A este colectivo ya se ha unido el 15-M, movimiento que ni siquiera pide permisos y al que el Ministerio del Interior, obsesionado por no erosionar la imagen de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato socialista, tiene más miedo que a un nublado.
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