jueves, 25 de agosto de 2011

“Guerra” entre Chaves y Griñán: el Estado no debe nada a Andalucía

EL PRESIDENTE DEL PSOE BLOQUEA INICIATIVAS DE LA JUNTA
     Manuel Chaves y el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán

         
El secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, ha salido al paso de las dudas que Griñán había expuesto previamente sobre la inversión que el Estado tiene que hacer en Andalucía en función de su peso poblacional, un 17,8% del total nacional. Según Zarrías, que estuvo presente en la reunión entre el vicepresidente Chaves y el presidente andaluz celebrada en Madrid para preparar la comisión bilateral de cooperación que se celebrará en septiembre, “se está cumpliendo la inversión prevista –para Andalucía- y así se reconocerá en esa comisión”.
El asunto no es baladí y ya durante el Gobierno de Aznar, Manuel Chaves, como presidente de la Junta de Andalucía, utilizó los desacuerdos con el Gobierno central sobre inversiones por población como uno de sus principales argumentos en su política de denuncia del “agravio” del PP con la comunidad autónoma.
El centralismo de Chaves
Ahora las circunstancias han cambiado y Chaves no sólo ha dejado de ser presidente andaluz sino que ocupa la vicepresidencia de Política Territorial del Gobierno central, y por otra parte mantiene diferencias personales con Griñán desde que su sucesor levantara el vuelo tratando de liberarse de la sombra de su antecesor y ser autónomo como presidente y líder del partido en Andalucía.
Los desacuerdos entre la Junta y el Gobierno central se basan en el blindaje que Andalucía consiguió para que las inversiones del Estado en la comunidad autónoma se ajustaran al 17,8 por ciento en base al peso poblacional de la región. La consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, ya denunció en su día que el Estado le debe a Andalucía una cantidad no determinada de dinero por desajustes en ese compromiso. El propio presidente de la Junta, José Antonio Griñán, tenía la esperanza de que en la reunión que se ha celebrado en Madrid, en la que estuvieron presentes además, Mar Moreno, consejera de Presidencia, y Gaspar Zarrías, se establecerían las bases para solucionar esos desajustes. Sin embargo, las declaraciones de Zarrías un día después del encuentro, advirtiendo de que se cumple lo previsto en materia de inversiones con Andalucía, suponen un revés para las intenciones del Gobierno autónomo.
A pesar de que la versión sobre lo tratado en Madrid que se transmitió por los presentes quiso focalizar los resultados sobre asuntos poco polémicos, como la entrega a la Junta de edificios de la Seguridad Social, el fondo ha dejado importantes asignaturas pendientes. Este es el caso de las competencias sobre el Guadalquivir.
Portazo en el Guadalquivir
Tras la decisión del Tribunal Constitucional de anular la competencia exclusiva de la Junta de Andalucía sobre la cuenca del Guadalquivir, a raíz de los recursos presentados por otras comunidades, entre ellas la extremeña cuando estaba gobernada por el PSOE, la Junta andaluza consiguió una cesión de encomienda temporal sobre el río, que termina en octubre. Entre las soluciones barajadas por la Consejería de Medio Ambiente estaba dividir el rango competencial del río. De una parte, se le dejaría al Estado el curso que limita entre la desembocadura y Alcalá del Río -salvando así los problemas relativos a Doñana o el dragado del puerto de Sevilla-, y el resto quedaría en manos de la Junta Andaluza.
También en este sentido, Zarrías ha sido taxativo, a pesar del ambiente de consenso que parecía envolver la comparecencia de los reunidos tras el encuentro en Madrid. Según el secretario de Estado de Cooperación Territorial, “el río no se compartimenta. El río tiene una unidad de cuenca y, por tanto, la gestión es integral”.
La afirmación de Zarrías supone otro revés para Griñán. En este punto se da la circunstancia de que fue precisamente Chaves, como presidente andaluz, el que defendió la filosofía sobre la competencia autonómica en el Guadalquivir, que después tumbó el Tribunal Constitucional, y ahora, como vicepresidente del Gobierno central rema contracorriente de su propio criterio bloqueando las intenciones de su sucesor, del que le separan hoy más que argumentos políticos.                                           

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