jueves, 11 de agosto de 2011

Griñán mantiene Córdoba como “ciudad maldita” y le hace trampas en la Davis

REPITE LOS ERRORES DE GUERRA Y ESCUREDO

   El presidente de la Junta, José Antonio Griñan 

El hecho de que Córdoba haya sido la capital andaluza en la que el PSOE jamás ha ganado unas elecciones municipales tiene que ver, primero, con el hecho de que Alfonso Guerra, en los albores de la democracia, se negara a que el abogado Martínez Bjorkman, un prestigioso luchador antifranquista, fuera candidato socialista a la Alcaldía en las primeras elecciones municipales. Y, más tarde, con errores del entonces presidente de la Junta, Rafael Escuredo, que amenazó a la ciudad de la Mezquita con negarle apoyo económico si votaba a Julio Anguita. Gracias a aquellas amenazas, el alcalde comunista sacó mayoría absoluta.
El PSOE no ha aprendido de la historia y Córdoba, con el recién elegido por mayoría absoluta alcalde del PP José Antonio Nieto, se dispone a cruzar de nuevo el Misisipi de espaldas al Gobierno de Griñán, que le ha negado el pan y la sal, el dinero y el apoyo para la celebración de las semifinales de la Copa Davis. Designada como sede de uno de los mayores acontecimientos deportivos mundiales, Córdoba ha tenido que gestionar en la más absoluta soledad la celebración de este importante acontecimiento. Su alcalde llamó a las puertas de Griñán y del consejero de Turismo, Luciano Alonso, y no consiguió respuesta.
La autoestima después del golpe
El hecho es aún más grave si se tiene en cuenta que cuando se estaba gestionando la sede por parte del Ayuntamiento, Córdoba acababa de recibir el golpe moral que supuso no conseguir la capitalidad cultural, y estaba más necesitada que nunca de motivos que aumentaran la autoestima colectiva.
Posiblemente, desde el Gobierno andaluz nadie creyera jamás que Córdoba podría conseguir ser sede de la Copa Davis. En cualquier caso, cuando José Antonio Nieto hizo pública una noticia que suponía un éxito para los cordobeses, desde la Junta se hizo mutis en primera instancia y, posteriormente, se capeó como se pudo la evidencia de que el Gobierno andaluz no había participado en las negociaciones para conseguir la sede ni le había prestado ayuda alguna al Ayuntamiento que el PP ganó por mayoría absoluta.
Griñán llegó a asegurar que nadie se había puesto en contacto con él para pedirle ayuda y Luciano Alonso advirtió de que, a su juicio, un evento así no es ninguna panacea y se remitió a experiencias precedentes que habían sido poco rentables. Pero para Arenas, la actitud de la Junta no es más que “una represalia” contra el PP por haber ganado la alcaldía del califato rojo el 22-M.
En Córdoba se es consciente ya de que el apoyo de la Junta a la capitalidad llegó al final, y cuando Málaga había sido descartada en el primer corte de candidatas, y son muchos los que piensan que si la capitalidad se hubiera conseguido, la Junta se habría llevado un disgusto.
El PSOE y la “ciudad maldita”
La relación del PSOE con Córdoba, en cualquier caso, persiste en los errores que este partido ha cometido en la ciudad de la Mezquita durante toda la etapa democrática, más incomprensible ahora si cabe ya que el propio José Antonio Griñán es diputado andaluz por esta provincia. En las primeras elecciones municipales, el PSOE no pudo presentar al mejor candidato de los posibles, el prestigioso abogado Martínez Bjorkman, porque Guerra lo vetó temiendo que la independencia de este jurista le creara problemas.
Posteriormente y tras la primera victoria de Julio Anguita, sin mayoría absoluta, Rafael Escuredo amenazó a los cordobeses con negarle apoyo económico si seguían apoyando al califa rojo. La amenaza derivó en una reacción popular en la que incluso la derecha votó por Anguita, que consiguió la mayoría absoluta labrando así la leyenda que le acompañó durante su vida política como único alcalde comunista de una capital.
Guerra y la tumba del califa
Alfonso Guerra remataría la faena contra la “ciudad maldita”. Fue con motivo de un aparcamiento subterráneo en el centro de la capital, que tuvo que paralizarse por los restos arqueológicos encontrados en una ciudad en la que la construcción libra una permanente batalla con la arqueología. Guerra fue a Córdoba en campaña y apuntando con el dedo el hoyo del aparcamiento que pudo ser, sentenció que aquella sería “la tumba de Anguita”. El aparcamiento no se hizo pero Anguita permaneció vivo y aún sigue así a pesar de sus achaques coronarios.
La actitud de la Junta ha creado en los cordobeses una sicología de exclusión respecto del Gobierno andaluz, que ha aumentado últimamente con el episodio del abandono en el caso de la Copa Davis. Todo apunta, por tanto, a que el PSOE va a tardar mucho tiempo en conseguir el Ayuntamiento de la ciudad de los califas, y que en las próximas elecciones generales y autonómicas puede pagar una mayor factura en una capital en la que el partido se destroza por momentos sumido en una de las peores crisis del socialismo andaluz.                                

No hay comentarios: