Ser cristiano en Arabia Saudí es estar en riesgo de ser detenido e incluso asesinado. Mientras este régimen sigue siendo un fiel aliado de Occidente.
Arabia Saudí es una de las dictaduras más férreas que existen en el mundo pese a ser el gran aliado de Estados Unidos y gran parte de Occidente en la zona. Su petróleo y su ostentosa familia real son vistas con buenos ojos mientras se silencia la flagrante vulneración de derechos humanos que sufren los que allí residen.
El régimen saudí bebe del wahabismo, la interpretación más radical del islam, donde la sharia es la ley del país. Cualquier vestigio de libertad religiosa es una quimera. Incluso los musulmanes que no profesan esta corriente son perseguidos en el país. Nada bueno se puede decir, por tanto, de los cristianos que viven en el país.
Cualquier cristiano que habite en Arabia Saudí debe vivir su fe de manera secreta e individual puesto que está prohibida cualquier manifestación religiosa pública que no sea el islam. Pero la persecución religiosa en el país va más allá de lo imaginable. Un auténtico estado de persecución. Mientras la familia real saudí financia la construcción de mezquitas por todo Occidente, en su país no existen ni iglesias ni sinagogas. Todo lo que haya debe ser de manera clandestina y para ello tienen una policía religiosa formada por más de 5.000 hombres.
Camille Eid, experto en iglesias de Oriente Medio y profesor de la Universidad de Milán ha hablado sobre la situación de los cristianos en esta dictadura. De hecho, vivió en el país durante dos años. Según recoge la agencia Zenit, Eid explica que una de las claves para comprender la realidad de Arabia Saudí es que el Corán es la constitución del país.
A partir de ahí, cualquier manifestación religiosa que no sea el wahabismo debe ser eliminada. Relatando su experiencia personal, este profesor afirma que en sus dos años en Yeda "tenía miedo de felicitar por Pascua y Navidad incluso por teléfono porque temía que alguien pudiera estar escuchando". Así, explica que está prohibido vender cualquier postal con temas no musulmanes.
Cualquiera que vaya a Arabia Saudí debe saber que "todos los residentes están sometidos a la sharia y nadie puede oponerse a ella porque equivale a oponerse al islam". De este modo, a su llegada al aeropuerto "se le informa de inmediato de que debe cumplir las estrictas leyes islámicas". En una anécdota cuenta que cuando llegó a este país un día "tenía en la mano una Pepsi durante el Ramadán. Me di cuenta de que todo el mundo me estaba mirando de un modo determinado y que me hubieran golpeado. No se puede comer en público durante el ayuno aunque no sea musulmán, porque es la ley".
A pesar de que los cristianos son el mayor grupo no musulmán en el país, Eid confirma que "está prohibido tener Biblias, imágenes religiosas y rosarios, si se detectan en el aeropuerto son confiscadas de inmediato". "Es duro", indica y contando otro suceso que le ocurrió explica que en un aeropuerto saudí llevaba una película de Espartaco y pidieron verlo. "Tuve miedo de que vieran la imagen de la crucifixión. El guardia finalmente lo permitió porque era un soldado el crucificado, y no Jesucristo", relata este profesor universitario.
Por todo esto vivir su fe para los cristianos es una quimera. "Les digo que pueden rezar en privado pero, ¿qué significa privado? ¿Significa solo o con tu familia? Cuando más de dos, o un grupo de familias, rezan juntos en privado en su casa la policía puede intervenir para arrestarlos".
La persecución a los cristianos llega hasta la muerte en un país que se considera aliado de Occidente, formado por naciones de origen cristiano. "Tenemos el martirio de una joven saudí que se convirtió al cristianismo. Su hermano la descubrió. Escribió un poema a Cristo y le cortaron la lengua, desapareció y más tarde apareció muerta". Y es que el número de torturas es enorme, según cuenta Camille Eid. "Antes de ser deportados a sus países estos filipinos, indios y eritreos son torturados en las prisiones", informa, asegurando que los cristianos de países desarrollados suelen ser algo menos perseguidos.
Sin embargo, y a pesar de todas estas enormes dificultades existen conversiones en Arabia Saudí. Eso sí, no puede hacerse público. "Estos convertidos que viajan a Marruecos y Egipto hablan de su experiencia pero no mencionan sus nombres, y sólo piden que la comunidad cristiana ore por ellos porque aspiran a ver el día en que se les permita ir a la iglesia, poder acceder a los Evangelios y compartir su nueva fe con su propia familia", concluye este experto en iglesias de Oriente.
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