Zapatero en Túnez en Marzo de 2011.
Manda eso que el presidente del Gobierno que pasará a la historia por enfrentar a los españoles reabriendo las heridas de la Guerra Civil se apunte el tanto de la Transición en la otrora dictadura de su compañero de filas de la Internacional Socialista Hosni Mubarak. A los tunecinos les ha dicho "mi padre no pudo disfrutar de las libertades y mi abuelo fue fusilado".
Efectivamente el abuelo del presidente fue fusilado el 18 de agosto de 1936. Sin embargo, un año y medio antes, había participado en la conquista del pueblo de Ronzón, Pola de Lena, Ujo y Mieres al servicio del Gobierno de derechas de la República para aplastar a los hueguistas revolucionarios instigados por el PSOE y la UGT tras la proclamación del Estat Catalá de Lluis Companys.
Aquella columna al mando del coronel Vicente La Fuente Valeztena y el capitán Juan Rodríguez Lozano reprimió a los mineros y revolucionarios de izquierdas con tal fiereza que varios comunistas como Manuel Grossi Mier relatan las atrocidades del Ejército en las que participó el abuelo de Zapatero. Una revolución, la de Asturias, que se saldó con 1.084 muertos y 2.074 heridos según las cifras oficiales emitidas por e Ministerio de Gobernación en enero de 1935.
Además pocos días antes del estallido de la Guerra Civil, el capitán Lozano viajó a San Pedro de Luna, localidad de origen de la familia de su mujer y que había caído en zona roja ya que el frente republicano se estableció a sólo 6 km, en Araya de Luna. Pues bien, veinticuatro horas después del estallido de la contienda, el 19 de julio, León era tomada por los nacionales y el capitán Lozano en lugar de dirigirse al frente con "los suyos" se encaminó a la capital, zona nacional donde fue apresado y fusilado.
Estos son los hechos. Como hecho es que el padre de Zapatero, Juan Rodríguez García-Lozano fue un leal colaborador de los alcaldes del franquismo como asesor jurídico del Ayuntamiento de León, lo que no es óbice para que con posterioridad se convirtiera en un ferviente socialista en favor por las libertades como le inculcó a su hijo.
Al igual que le ocurre a Miguel Ángel Revilla que lo pasó "muy mal" en La Noria al recordarle su ideario Joseantoniano en 1973, cuando algunos luchaban ya por traer la democracia, Zapatero ha reescrito su historia.
El presidente de Cantabria se apunta una biografía de luchador antifranquista inverosímil y fantasiosa como tergiversado e incompleto es el relato familiar del inquilino de La Moncloa. Afortunadamente la memoria histórica que tanto reivindica es la verdad histórica que se encuentra en los Archivos históricos nacionales y en las Hemerotecas de la época. Hubiera sido mejor no removerla para evitar hurgar en las heridas que la Transición intentó cicatrizar.
No lo ha querido Zapatero. Ahora que no se ponga la medalla en Túnez ni ante las teocracias dictatoriales islámicas del petrodólar a las que les hace la pelota y ni tan siquiera les afea la sistemática violación de derechos humanos.
Es legítimo cambiar. Lo que no resulta de recibo es mentir ni engañar a los españoles para luego arremeter contra quien demuestra la mentira.
artículo en el blog de Isabel Durán
El abuelo y el padre de Zapatero, Revilla y la memoria histórica
El presidente lo puso de ejemplo ante la oposición tunecina.
Manda eso que el presidente del Gobierno que pasará a la historia por enfrentar a los españoles reabriendo las heridas de la Guerra Civil se apunte el tanto de la Transición en la otrora dictadura de su compañero de filas de la Internacional Socialista Hosni Mubarak. A los tunecinos les ha dicho "mi padre no pudo disfrutar de las libertades y mi abuelo fue fusilado".
Efectivamente el abuelo del presidente fue fusilado el 18 de agosto de 1936. Sin embargo, un año y medio antes, había participado en la conquista del pueblo de Ronzón, Pola de Lena, Ujo y Mieres al servicio del Gobierno de derechas de la República para aplastar a los hueguistas revolucionarios instigados por el PSOE y la UGT tras la proclamación del Estat Catalá de Lluis Companys.
Aquella columna al mando del coronel Vicente La Fuente Valeztena y el capitán Juan Rodríguez Lozano reprimió a los mineros y revolucionarios de izquierdas con tal fiereza que varios comunistas como Manuel Grossi Mier relatan las atrocidades del Ejército en las que participó el abuelo de Zapatero. Una revolución, la de Asturias, que se saldó con 1.084 muertos y 2.074 heridos según las cifras oficiales emitidas por e Ministerio de Gobernación en enero de 1935.
Además pocos días antes del estallido de la Guerra Civil, el capitán Lozano viajó a San Pedro de Luna, localidad de origen de la familia de su mujer y que había caído en zona roja ya que el frente republicano se estableció a sólo 6 km, en Araya de Luna. Pues bien, veinticuatro horas después del estallido de la contienda, el 19 de julio, León era tomada por los nacionales y el capitán Lozano en lugar de dirigirse al frente con "los suyos" se encaminó a la capital, zona nacional donde fue apresado y fusilado.
Estos son los hechos. Como hecho es que el padre de Zapatero, Juan Rodríguez García-Lozano fue un leal colaborador de los alcaldes del franquismo como asesor jurídico del Ayuntamiento de León, lo que no es óbice para que con posterioridad se convirtiera en un ferviente socialista en favor por las libertades como le inculcó a su hijo.
Al igual que le ocurre a Miguel Ángel Revilla que lo pasó "muy mal" en La Noria al recordarle su ideario Joseantoniano en 1973, cuando algunos luchaban ya por traer la democracia, Zapatero ha reescrito su historia.
El presidente de Cantabria se apunta una biografía de luchador antifranquista inverosímil y fantasiosa como tergiversado e incompleto es el relato familiar del inquilino de La Moncloa. Afortunadamente la memoria histórica que tanto reivindica es la verdad histórica que se encuentra en los Archivos históricos nacionales y en las Hemerotecas de la época. Hubiera sido mejor no removerla para evitar hurgar en las heridas que la Transición intentó cicatrizar.
No lo ha querido Zapatero. Ahora que no se ponga la medalla en Túnez ni ante las teocracias dictatoriales islámicas del petrodólar a las que les hace la pelota y ni tan siquiera les afea la sistemática violación de derechos humanos.
Es legítimo cambiar. Lo que no resulta de recibo es mentir ni engañar a los españoles para luego arremeter contra quien demuestra la mentira.
artículo en el blog de Isabel Durán
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