martes, 1 de febrero de 2011

Enrique Sopena, el último lacayo

Enric Sopena.

Sopena, el último lacayo.

No ha asumido todavía que el reaccionario es él.

Enric Sopena, con su digital subvencionado por el PSOE, ha iniciado una auténtica cruzada contra cualquier asomo de republicanismo. En su desfonde inquisitorial llega a denunciar que ‘Zarzuela teme un posible acoso de la prensa reaccionaria pidiendo la abdicación del rey'. Sopena no ha asumido todavía que el reaccionario es él y que está quedando como el último lacayo.
Es obvio que la crisis desastrosa que padecemos, y a la que nos ha llevado la casta parasitaria, está abriendo a la carrera debates que hasta el momento eran tabúes. Uno de ellos es el de la monarquía de partidos, como problema, y la república constitucional o presidencialista, como solución, al que pretendo haber contribuido con mi libro ‘La monarquía inútil', a pesar del esperado silencio de los medios al servicio de la casta, cuyo jefe último es el monarca. Es obvio ya para casi todos que esta es una crisis de modelo y el modelo que padecemos es el de la monarquía de partidos.
Pongamos que el PSOE es un partido republicano -todos sabemos que no lo es, y que es el principal partido cortesano del juancarlismo- y que Sopena es el vocero del partido socialista, lo cual es obvio, le resulta muy rentable y es muy perjudicial para el partido socialista, porque hay excesos socialistas contraproducentes. Si no hay peor cosa que un mal abogado para una buena causa, también es letal un falso periodista a sueldo defendiendo una pésima idea, que está acabando con las pensiones, con el mínimo de subsistencia, disparando el paro y llevando a la ruina a toda la sociedad.
El que Sopena se sitúe ahora como el cortesano por excelencia indica lo mal que empiezan a ir las cosas para la antigualla monárquica. El que se abra el debate sobre la abdicación y la mayoría de los españoles esté de acuerdo indica que el juncarlismo tiene los pies de barro. En mi caso, mi propuesta es que abdiquen los dos, el padre y el hijo.
Lo lógico, en apariencia, es que Sopena estuviera encantado con el creciente debate sobre la utilidad de la monarquía y sobre la necesidad imperiosa de que tenga lugar, cuanto antes, un referéndum monarquía-república.
Según el digital subvencionado de Sopena, el juancarlismo se sintió mucho más a gusto con el felipismo que con el aznarismo, y es notorio que Juan Carlos incluso avaló la negociación con ETA y el último 12 de octubre se sintió molesto porque el pueblo llano y ese sí soberano silbara e increpara a Zapatero.
La cuestión de fondo que ejemplifica el lacayismo de Sopena es que la izquierda política ha desaparecido como tal y resta sólo una inmunda colección de intereses, un grupo mafioso dedicado al pilla-pilla presupuestario y a la expoliación inmisericorde del contribuyente. Y esta izquierda, con Sopena siempre excitado en su celo, carece de principios y sólo entiende de intereses. Por lo que se ve esos intereses de la izquierda los entiende Sopena ligados a la monarquía con ese ‘no pasarán' a los que defendemos los principios de división de poderes y plena representación que representa la República Constitucional. Pero, como el viejo cuplé, ya hemos pasado y el debate avanza irreversible.
¿Es monárquico Sopena? ¿Quiere dejar sin mercado a Anson? ¿O es que la monarquía, el reino del privilegio, es de izquierdas? Sopena, el último lacayo, pretende pasar por uno de aquellos cortesano de peluca empolvada.
Como decía Víctor Hugo, no hay nada más irresistible que una idea a la que le ha llegado su momento. Es el caso de la República Constitucional, mal que le pese a Sopena.
Enrique de Diego

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