martes, 18 de enero de 2011

El padre del portero de la Real Sociedad está en prisión por participar en el asesinato de dos guardias civiles

Foto:Eñaut ZUBIKARAI Goñi,Este jugador fue uno de los ocho miembros de la plantilla realista que mostraron su apoyo a la manifestación proetarra de Bilbao






Cándido Zubikarai Badiola

   Cándido Zubikarai, progenitor de Eñaut, lleva encarcelado desde 1989 

Ocho futbolistas de la Real Sociedad de Fútbol, club que milita en la Liga BBVA, levantaron una gran polémica al adherirse a la manifestación que, el pasado sábado 8 de enero, recorrió las calles de Bilbao para pedir al Gobierno el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles del País Vasco.
Estos jugadores, utilizando como amplificador su proyección y relevancia en la sociedad vasca, no dudaron en mostrar públicamente su apoyo a una concentración considerada legal por el juez Santiago Pedraz pero ofensiva contra las víctimas y los principios más elementales de la decencia. Fueron el capitán, Mikel Aranburu, Imanol Agirretxe, Jon Ansotegi, Mikel González, Mikel Labaka, Markel Bergara, David Zurutuza y el portero suplente, Eñaut Zubikarai.

EL PADRE DE ZUBIKARAI ESTÁ EN LA CÁRCEL DESDE 1989

En el caso de este último, confeso admirador del portero del Real Madrid, Iker Casillas, resulta sencillo explicarse por qué decidió implicarse en la manifestación convocada por el colectivo Demos un paso adelante. Su padre, Cándido Zubikarai Badiola, está en la cárcel desde 1989, condenado por pertenencia a banda armada y por el asesinato de dos guardias civiles, entre otros delitos. Cuando fue detenido, el 16 de abril de 1989, su hijo Eñaut, futuro guardameta la Real, contaba con tan sólo cinco años de edad.
No es la primera vez, por cierto, que Zubikarai reivindica un trato de favor hacia su progenitor etarra. El 19 de junio de 2009 se le pudo ver en el festival Hartotxu Rock sosteniendo un cartel con la cara de su padre en un acto de apoyo a los presos de ETA. Ese mismo día, el inspector jefe de Policía Eduardo Puelles García fallecía víctima de un atentado de la banda asesina, quemado vivo al explosionar su vehículo cuando se disponía a abandonar un aparcamiento de la localidad vizcaína de Arrigorriaga.
El 9 de septiembre de 1987, Cándido Zubikarai Badiola, cuyo hijo Eñaut apenas había comenzado a hablar, recogió en un coche a los integrantes del comando Eibar Jesús María Ciganda Sarratea, Fermín Javier Urdiain Cirizar, Txiki, y Juan Carlos Balerdi Iturralde, Eneko, en la localidad vizcaína de Guernika. Acababan de colocar un coche bomba en las inmediaciones del cuartel de la Guardia Civil de esta localidad, activándolo al paso de un vehículo ocupado por dos guardias civiles, el cabo Federico Carro Giménez y el agente Manuel Ávila García, que resultaron muertos en el atentado.
Después, Zubikarai trasladó a los terroristas hasta la localidad de Ondarroa, también en la provincia de Vizcaya, donde les refugió en su domicilio. En aquel sangriento 1987, ETA asesinó a 53 personas. Fue en ese mismo año cuando la banda terrorista mató a 21 ciudadanos, todos ellos civiles, en el atentado de Hipercor.

CUMPLE UNA PEÑA DE 30 AÑOS EN LA PRISIÓN ALICANTINA DE FONTCALENT

Detenido en Ondarroa, dos años más tarde, junto con su esposa, Make Goñi, madre de Eñaut, y los tres miembros del comando Eibar en una amplia operación policial, Zubikarai Badiola cumple actualmente su pena, de 30 años, en la prisión alicantina de Fontcalent. Condenado también por el asesinato del dueño de un pub en Eibar que, presuntamente, era traficante de drogas, Zubikarai debería haber salido de prisión el 26 de octubre de 2006, pero lo hará en octubre de este mismo año gracias a la doctrina Parot.

LA ESPADA Y LA PARED

Jokin Aperribay, presidente de la Real Sociedad, dirige los designios de un club en el que Zubikarai y siete de sus compañeros brindan abierta y despreocupadamente su apoyo a los presos etarras, mientras algún otro compañero lo hace de forma íntima y privada. Nada especialmente destacable dentro del clima de ambigüedad y miedo que vive la sociedad vasca sino fuera porque ETA intentó asesinar, hasta en dos ocasiones, al padre del máximo mandatario realista, el empresario
Joaquín Aperribay.
Los asesinos intentaron quitarle la vida en 1989 con un coche bomba en el que resultó muerto su chófer. Aperribay, que no cedió al chantaje terrorista, se vio forzado a dejar el País Vasco. Cuando volvió, ETA le recibió con un paquete bomba oportunamente interceptado y desactivado por la Policía.
La realidad de la Real Sociedad es compleja. Basta decir que en las gradas de Anoeta, uno de los abonos pertenece al eurodiputado popular Jaime Mayor Oreja, mientras que, a no muchos metros, hay otro cuyo titular es el ex dirigente de Batasuna Arnaldo Otegui. Por ello, Aperribay ha decidido convivir con futbolistas como Zubikarai y dar carpetazo a la polémica levantada por las bochornosas reivindicaciones de algunos de sus compañeros antes que permitir un incendio en el seno del club donostiarra, alegando que "ninguno de los ocho jugadores ha hecho ninguna manifestación política con la camiseta de la Real Sociedad puesta".
Sí sería de esperar que -con la camiseta blanquiazul de la Real puesta o no-, los futbolistas, dada su inclinación a pronunciarse públicamente sobre temas políticos y sociales tan espinosos como ajenos a sus ocupaciones, se dejen ver en alguna manifestación por las víctimas.
                                                                                                                                  

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