El alcalde Antonio Cruz Conde inauguró el 29 de enero de 1961 el reloj de Las Tendillas. Una maquinaria exacta que se ha convertido en el emblema de la ciudad. Hoy se cumplen 50 años de su puesta en hora. Su salud es de acero.
El reloj de Las Tendillas celebra hoy sus bodas de oro. A las 12 horas del mediodía del año 1961 los colegios del Centro, como La Trinidad, dejaron que los niños salieran una hora antes de clase para asistir a todo un acontecimiento: la inauguración por parte del alcalde Antonio Cruz Conde de la flamante esfera horaria, con la voz radiofónica de Matías Prats y patrocinado por Philips, bajo el lema: «Mejor no lo hay».
Esa mañana la expectación era máxima y no cabía un alfiler en la plaza del Gran Capitán. En el libro «Antonio Cruz Conde y Córdoba. Memoria de una gestión pública», obra del historiador Juan José Primo Jurado, se hace referencia al reloj, en una ocasión en la que Franco estuvo en la ciudad. «La visita oficial de Su Excelencia fue en mayo de 1961. Se detuvo, pernoctando en Córdoba e interesándose por nuestros problemas», recuerda Cruz Conde.
La recepción se hizo en la plaza de Las Tendillas, abarrotada de público. Como curiosidad el alcalde de la época apuntaba a que unos meses antes, el 29 de enero de 1961, se había inaugurado el reloj de dicha plaza, promovido por la marca Philips y que daba las horas con compases flamencos y rasgueos de guitarra española. A mediodía y a las cinco de la tarde, después de sonar los acordes, la voz del locutor Matías Prats lanzaba el mensaje publicitario: «¡Mejores no hay!».
Pero todo comenzó a gestarse cuatro años antes, cuando el viejo reloj situado en el torreón del edificio en la confluencia de las calles Jesús María y la calle Málaga comenzó a dar problemas. Solo estuvo unas décadas funcionando (1929-1945) y era todo un símbolo para los cordobeses, que en los años 30 celebraban la entrada del Año Nuevo al ritmo de sus campanadas. De hecho se inauguró por parte de la relojería Tienda en la Nochevieja del año 29, con el reparto de 4.000 bolsas con las 12 uvas.
Hasta el año 45, este viejo dispositivo estuvo iluminado, pero pronto su maquinaria se agotó y el coste de su reparación por la casa Blasco Boch de Roquetas (Tarragona) ascendía a 37.057 pesetas.
Esta información se recoge en las Actas Capitulares de la época, facilitadas a ABC por Juan Galán de su archivo personal. De este modo aparece recogido que el 7 de febrero de 1958, «vistas las dificultades con la propiedad del reloj, se para el expediente de reparación hasta que se resuelvan las dificultades». No sería hasta dos años más tarde cuando el propietario, Miguel Pérez Muñoz, como dueño de las dos casas que hay en Las Tendillas entre la calle Málaga y Gondomar, pidió al Ayuntamiento permiso para igualar los dos edificios en altura, para mejor ornato de la plaza y cedió gratuitamente el terreno y acceso para la instalación de un reloj de torre, con la única condición de que «no hiciera ruido de noche».
En Gondomar, 1
El Consistorio aceptó la propuesta de este vecino de Las Tendillas y eligió la zona elevada, esquina con Gondomar, para colocarlo. Fue el 13 de junio de 1960 cuando el jefe del departamento de propaganda de Philips Iberia SAE, Antonio Manzanares, cedió al Ayuntamiento el reloj de torre con carrión electrónico equipado con dispositivos de la casa Philips con esfera luminosa accionada por reloj sideral.
La novedad y singularidad de esta maquinaria era que las horas y las medias serían toques de guitarra, más concretamente, por soleá y seguirillas. La factura de la colocación del reloj ascendió a 41.273 pesetas, mientras que la construcción de la torre propiamente dicha incrementó la factura otras 103.850 pesetas.
El gran día fue el 29 de enero de 1961, cuando por primera vez los acordes de la guitarra flamenca de Juan Serrano sonaron cada cuartos y cada hora. Desde entonces, el reloj no ha dejado de funcionar.
El Ayuntamiento de Córdoba es el que se encarga en la actualidad de su gestión y mantenimiento. En palabras del delegado de Infraestructuras del Consistorio, Pedro García, «pese a tener medio siglo, goza de muy buena salud».
El tiempo en Las Tendillas no se ha parado desde su colocación en el año 61, reitera García. La maquinaria cedida por Philips sigue siendo la misma de antaño, aunque con una modificación que la enlazó a las nuevas tecnologías en el año 1988. Se trató de que fuera conectada vía satélite mediante CPU para mayor precisión, un retoque que fue revisado en el año 2000.
Desde entonces, se le incorporaron otras melodías, no solo la soleá de Juan Serrano, aunque de momento no se han estrenado. El reloj de las Tendillas es Patrimonio de la Ciudad de Córdoba, concluyó el delegado Pedro García.
Testigos de los primeros acordes
Cincuenta años después de que sonaran por primera vez los acordes de Juan Serrano en el reloj de Las Tendillas resulta complicado dar con la pista de los testigos de excepción de aquel momento. Algunos comerciantes de la zona, que por entonces ya regentaban sus negocios, retienen en su memoria detalles difusos sobre ese día. Tal es el caso de Mari, la propietaria del quiosco ubicado frente a la heladería La Flor de Levante, que tan solo recuerda que «había mucha gente, pero no puedo decirle nada más porque era muy jovencilla».
Sin embargo, hay moradores de la plaza, como Antonio Alarcón, que fue alcalde de la ciudad entre 1972 y 1979, que sí conserva imágenes más claras de aquel 29 de enero de 1961.
«Se concentraron muchos cordobeses para no perderse la inauguración; y, aunque ya se sabía, a todos sorprendió escuchar que las horas las marcaban compases flamencos; precisamente, por esa época presté una guitarra a Juan Serrano y siempre he pensado que, quizá, los acordes del reloj los tocó con el instrumento que le dejé, y que ahora tiene en su museo particular», relata.
Ese primer día «estuvo sonando hasta por la noche y hasta hubo vecinos que dijeron que aquello era ya demasiado».
Alarcón recuerda que «solía estropearse de vez en cuando porque como la melodía estaba grabada en una cinta de casete... Entonces, el técnico encargado tenía que subir a arreglarlo».
Sin embargo, asegura que toda Córdoba se sentía orgullosa de su reloj. «No había otro igual; después se crearon otros, como el de las Aguas Potables, que también daba las horas con música, o el de Cajasur. Pero ninguno ha llegado a igualar ni creo que llegue al de Las Tendillas».
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