domingo, 3 de octubre de 2010

Tomás Gómez gana: Zapatero pierde

Tomás Gómez ha ganado en las primarias del Partido Socialista de Madrid. La noticia se produce el mismo día que La Gaceta revela que Zapatero ordenó investigar a Bono en las elecciones a la Secretaría General del PSOE para ganárselas mediante una campaña de desprestigio personal. Todo un retrato del verdadero talante de ZP, pero también de las zancadillas y el juego sucio que existen en el PSOE, que zanjó el asunto sin sancionar a ninguno de los implicados. A este cuadro hay que añadir algo más. Aunque por su tibia oposición el partido de Rajoy apenas saca tajada del descontento con ZP (obtendría sólo 2,9 puntos más que en marzo de 2008), una encuesta de El País ya sitúa al PSOE 14,5 puntos por debajo del PP, con una estimación de voto ridícula: el 28,5%, por debajo incluso del porcentaje de voto obtenido por el PSOE en las primeras elecciones democráticas de 1977.

Estas tres noticias coinciden en apuntar lo que va a ser a partir de ahora la debacle del zapaterismo en tres planos distintos. En primer lugar está el plano electoral, donde todo indica que el PSOE podría obtener su peor resultado en esta democracia, arrastrado por la incompetencia, el sectarismo y la ceguera ideológica de un Zapatero cuya popularidad cae en picado. Pero arrastrado, todo hay que decirlo, porque el PSOE se ha dejado arrastrar por ZP.

En segundo lugar está el plano interno. La candidatura de Trinidad Jiménez era una apuesta personal del propio Zapatero, que llegó a discutir a gritos con Gómez en una reunión celebrada hace dos meses en La Moncloa. Todo parece indicar que la victoria de Gómez motivará a los disidentes del PSOE, donde hasta ahora y de la mano de José Blanco se había impuesto una férrea disciplina interna que se saldó con todo tipo de expulsiones de socialistas no afectos a Zapatero. Lo que esto significa, además, es que pronto empezará a cuestionarse la continuidad de ZP al frente del PSOE, en vista de que se ha convertido en un pesado lastre para el futuro electoral del partido. ¿Podrá mantenerse Zapatero en la presidencia del gobierno mientras se cuestiona su liderazgo incluso dentro de su propio partido?

Finalmente, en tercer lugar, se le avecina a Zapatero el peor de todos los problemas. El juego sucio que ha desarrollado durante sus seis años de mandato empezará a volverse contra él. Los funcionarios o militantes socialistas dispuestos a destapar esos oscuros episodios irán en aumento a medida que se acerque el final de una legislatura que Zapatero está cada vez más lejos de poder agotar. ZP está políticamente acabado y el velo de censura y de complicidades que cubre ciertos acontecimientos empezará a hacerse jirones. La única salida que le queda a Zapatero para seguir en el poder es levantar una campaña de tensión aún peor que aquella que le sirvió para catapultarle al poder, a fin de hacerse con el voto de la izquierda más extrema. Parece poco probable que lo consiga ahora que esa izquierda duda entre la abstención o el voto a opciones más radicales ante la traición de Zapatero a sus grandes compromisos ideológicos. Queda por ver qué hace el PSOE: ¿atarse a Zapatero y hundirse con él o abrir ya el proceso de su relevo?

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