martes, 5 de octubre de 2010

PSOE: Se busca líder

LA victoria de Gómez demuestra que Zapatero no controla su organización.

Han aparecido las primeras grietas en un partido que parecía pétreo.

El grado de adhesión al líder está en relación directa a sus éxitos electorales, y, entre elección y elección, son las encuestas las que determinan el grado de entusiasmo de sus apoyos internos. José Luis Rodríguez Zapatero a basado su liderazgo en el PSOE en un triunfo electoral inesperado y en una segunda victoria que le ha facilitado disfrutar de una paz interna que no tiene precedentes en el tradicionalmente convulso partido de Pablo Iglesias.
Cuando la crisis ha ido lastrando la credibilidad de Zapatero hasta el punto de hacer irreversible su declive, han aparecido las primeras grietas en un partido que parecía pétreo.
En clave interna, lo que ha puesto de manifiesto la victoria por la mínima de Tomás Gómez en las primarias de Madrid es que Rodríguez Zapatero no controla su organización; y que ni siquiera la comprometida apuesta de Pérez Rubalcaba y El País por Trinidad Jiménez, o la movilización propiciada desde Ferraz por el vicesecretario general, José Blanco, han servido para derrotar al barón madrileño.
Meses atrás, Blanco había llegado a la conclusión de que urgía poner en marcha un plan para recuperar los apoyos de los barones, a la vista del alejamiento de algunos muy significativos que veían en Rodríguez Zapatero una pesada carga para afrontar las elecciones autonómicas y municipales de 2011. Tanto José María Barreda, desde Castilla-La Mancha, como Fernández Vara en Extremadura, el lehendakari Patxi López el mismo José Antonio Griñán, instalado ya en la presidencia de la Junta andaluza, trataban de desmarcarse de las políticas del presidente.
El tándem Blanco-Rubalcaba, al que pronto se sumó Gaspar Zarrías, confirmaron que la secretaria de Organización, Leire Pajín, no estaba contribuyendo precisamente a reforzar la red de apoyos internos a Rodríguez Zapatero, sino más bien al contrario. Constituidos en comando ZP, Blanco, Rubalcaba y Zarrías han tratado en estos meses de sostener el liderazgo externo, y también interno, del presidente del Gobierno, fallando estrepitosamente -todo hay que decirlo- en el primer objetivo se enfrentaban: la impredecible federación madrileña.
Los perdedores de la operación Trini han engordado, evidentemente sin pretenderlo, a un barón socialista que alivia la orfandad de un PSOE resignado a perder el Gobierno de la nación en 2012. Hasta hace unas horas, la pregunta que se formulaban cientos de cargos públicos y dirigentes socialistas ante el declive electoral de "si verdaderamente comprometido al queno apoyamos a ZP, ¿a quién vamos a apoyar?", ya tiene respuesta; y nombre y apellidos: Tomás Gómez Franco.
Los adversarios de Gómez alegan que todavía tiene que ganar a Esperanza Aguirre para confirmar su pretendido liderazgo nacional, pero también, en la muy plausible lógica de que no pueda ganar la Puerta del Sol al PP, podrá alegar que el lastre de Rodríguez Zapatero le ha alejado de su objetivo, aunque los resultados hayan sido más que dignos. Que lo serán.
Claro que Tomás Gómez tiene ante sí grandes obstáculos que sortear, y el primero de ellos será administrar inteligentemente su ajustada victoria. El líder del PSM fue elegido por el 90% de los votos representados en un Congreso regional, pero su victoria sobre Trinidad Jiménez lo ha sido con poco más del 50% de los votos de la militancia, de modo que si los trinitarios se agrupan y montan un grupo opositor a Tomás Gómez, el PSM volverá a ser ingobernable.
Gómez dispone de poco margen de tiempo para definir su estrategia de integración, que, inevitablemente, deberá incluir a personas como David Lucas -antiguo colaborador suyo- o la propia Trinidad Jiménez, y, desde luego, al grupo de notables -en su mayoría alcaldes de la periferia de Madrid- que le han dado la espalda.
Para trenzar su victoria, Tomás Gómez ha tenido que resucitar las viejas corrientes del socialismo madrileño, que han puesto a su disposición los enquistados aparatos de las agrupaciones que él nunca ha sido capaz de controlar per se; de ahí que las apariciones en escena de Leguina, Virgilio Zapatero, José Barrionuevo, Carlos Romero o el propio Alfonso Guerra no sean una adhesión incondicional al líder madrileño. Se cobrarán su precio.
Aquellos que veían con disimulada hostilidad la operación de Ferraz para controlar el futuro del PSOE -con o sin ZP-, buscaban, sin encontrarlo, un dirigente que contraponer a Rodríguez Zapatero. Y hoy creen haber encontrado a su hombre, Tomás Gómez Franco.
 publicado en La Gaceta

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