Garzón sigue con su empeño de revisar la historia a su manera. Ahora le ha tocado a la Iglesia Católica a la que acusó de participar en la Guerra Civil donde daba "ánimos a los torturados". Sin embargo, el juez se negó a investigar los crímenes de Paracuellos en los que asesinaron a miles de religiosos.
El juez Baltasar Garzón, suspendido por el CGPJ al frente del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, manifestó que durante la Guerra Civil y la posguerra la Iglesia católica daba "ánimos" a los "torturados" y les decía "sé paciente, hijo mío, y entrégate a Dios".
Garzón, que participó en los Cursos de Verano que la Universidad Complutense organiza en el municipio madrileño de San Lorenzo de El Escorial, dijo que la jerarquía católica expresaba ese mensaje como ejemplificación de que una cosa es ser víctima, lo cual lleva implícito ser inocente, y otra cosa, añadió, es ser "víctima culpable", lo cual implica ser un "victimario".
Durante su intervención, el juez preguntó al ponente Juan José Tamayo Acosta, de los denominados teólogos progresistas, director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la religión "Ignacio Ellacuría" de la Universidad Carlos III de Madrid, si "seguía teniendo esperanza en la jerarquía de la Iglesia" católica cuando ésta no se ha "caracterizado" por iniciar acciones "reclamando justicia" por el asesinato en 1989 de los seis jesuitas fallecidos en El Salvador.
Por otra parte, preguntado sobre la idoneidad de abrir procesos penales contra dirigentes políticos que hayan cometido delitos contra los derechos humanos, el magistrado contestó que la acción de la Justicia "nunca es peligrosa", sino que lo peligroso es "huir de ella" porque la Justicia "no quebranta", es más, agregó, "cohesiona y fortalece" la estabilidad democrática de un país.
En este sentido, señaló que aquellos cargos que se ven ahora investigados "presionan" de nuevo al Estado y a las instituciones democráticas para evitar que se produzca su enjuiciamiento y defienden la impunidad con un mecanismo de "amenazas permanentes" contra los ciudadanos. "Ninguna sociedad en la que se ha aplicado la Justicia se ha roto", concretó.
Avicena o Ibn Siná (como fue llamado en persa y en árabe) nació en el año 980 en Afshana (provincia de Jorasán, actualmente en Uzbekistán). Cuando tan sólo contaba con 17 años ya gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur. Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abū el-Kasis de Córdoba. Libros: El canon de medicina, El libro de la curación, Poema de la medicina
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