domingo, 13 de junio de 2010

Señor Zapatero, saque su mano de mi bolsillo

Verá señor Zapatero, es un hecho que usted es un gestor incompetente; para confirmar que nos está gobernando de forma soberbia e irresponsable sólo hay que echar una mirada al calendario y comprobar cuándo comenzó la crisis y cuánto tiempo ha tardado usted en aceptarlo. Al final han sido necesarios unos tirones de oreja multicolores para que se le encienda la bombillita y saque usted sus medidas de recuperación, medidas que arrancan a su paso todos y cada uno de los pétalos rojos de la rosa socialista.




Nos baja usted el sueldo a los trabajadores públicos en un mínimo del 5% seguido de congelación. La imagen Mingotiana del funcionario español es la de un señor bajito y de pelo graso, ocioso y al otro lado de una ventanilla que dice "vuelva usted mañana". Fíjese bien, el empleado público es ese médico de familia que tiene tres minutos para solucionar cada paciente, ese cirujano que ahora mismo trabaja a corazón abierto, el celador que empuja con mimo la camilla de un prematuro que pasa a planta, la enfermera que lleva un analgésico a un paciente con dolor, la auxiliar que ayuda a un anciano a ir al baño, la profesora que enseña a leer a los adultos del mañana, el soldado en ayuda internacional, el policía que se juega la vida en una redada antiterrorista, el bombero que entra en una casa en llamas. Nos viene usted a meter la mano al bolsillo a los que mantenemos lo más básico de este país, el bienestar social.



Lo más curioso de esto es que somos el grupo que nunca nos beneficiamos de la bonanza económica anterior, somos el grupo que pagamos impuestos con la mayor transparencia (quizás el único), somos los que de ninguna manera hemos contribuido a la crisis que nos ahoga y somos, por el carácter de nuestro trabajo y sin que se nos exija más, los más solidarios.



Verá señor Zapatero, le voy a contar lo que usted debería ya saber del sector sanitario; imagino que será parecido para Defensa, Ministerio de Interior y el sector de la enseñanza, pero no lo sé. Queda muy bien decir que los funcionarios son privilegiados porque su trabajo es fijo y sus sueldos dignos. Le animo a que se pase por cualquier hospital o centro de salud y pregunte a mano alzada cuánta gente tiene un contrato fijo, le sorprenderá saber que una mayoría tienen contratos absolutamente basura, de meses, semanas e incluso horas, que priman los contratos por sustituciones, eventuales y de guardias.



Debería usted tener en cuenta que los sueldos de las auxiliares y los celadores no superan en mucho los mil euros y el de las enfermeras ronda los 1.800 y que los médicos trabajan con una presión asistencial insostenible y, a pesar de demostrar continuamente su enorme capacidad profesional al nivel de los mejores del mundo, ganamos de media un 40% menos que muchos colegas europeos. Ahora dígame qué es lo que nos hace dignos del privilegio de levantar nosotros solitos España, a qué debemos el honor de su populismo barato.



Verá usted señor Zapatero, los recortes intensos y parcialmente necesarios que va a hacer a las compañías farmacéuticas tienen un efecto doble del que nadie está hablando. Usted debería saber que los médicos de este país se mantienen al día, aprenden nuevas técnicas quirúrgicas, nuevos procedimientos médicos, etc. gracias a la financiación de estas compañías. Un administrativo que acude a un curso, lo hace para escalar en el sistema, un médico que acude a un curso lo hace por el beneficio de sus pacientes. ¿Se va usted a hacer cargo de esto o simplemente considera un daño colateral más que la medicina española se estanque?



Verá usted señor Zapatero, yo no tengo ni idea de economía nacional pero el sentido común me indica que donde tiene que recortar usted es en lo superfluo, en lo que no hace falta. Antes de meterme a mí la mano en el bolsillo mire más allá de lo facilón y recorte lo que realmente sobra, las ineficiencias y duplicidades de las Autonomías, las subvenciones a partidos y sindicatos, los Ministerios de competencias dudosas como el de Igualdad, las inyecciones multimillonarias de ayuda a los bancos, el exceso de vicepresidencias, los defraudadores a hacienda, el paro encubierto y toda la economía sumergida, la entrada incontrolada de inmigrantes cuando la tasa de desempleo es del 20%, las subvenciones al cine, las subvenciones a energías renovables, las ayudas al exterior o los asesores políticos.



Y si tiene usted un ápice de sentido común, pare usted la majadería de usar traductores en el senado, no sólo va a traer un gasto millonario sino que nos va a convertir en el hazmerreír del mundo. Tenemos la riqueza de varias lenguas y la ventaja de una lengua común, no cree barreras que no existen en aras del buenismo político.



Verá usted Señor Zapatero, le voy a confesar algo: yo no he votado nunca en unas elecciones, simplemente porque nunca me he sentido y nunca me sentiré representada por ningún partido político. Usted me obliga a romper algo que considero un principio y un derecho; usted me va a obligar a votar en las próximas elecciones por necesidad, por defender lo que es justo y esto va mucho más allá del 5% que yo daría gustosamente si usted hubiera hecho las cosas de otra manera. Yo no he retornado a mi país para observar impasible cómo la ineptitud de su gobierno lo destroza. Mi voto, señor Zapatero, no irá a favor de nadie sino en contra de usted.


Mónica Lalanda lleva más de un año en España tras pasar los últimos 16 años en Inglaterra, la mayoría como médico de urgencias en Leeds (West Yorkshire). En la actualidad trabaja en la unidad de Urgencias del Hospital General de Segovia, participa en varias publicaciones inglesas y también ilustra libros y revistas con viñetas médicas.

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