José Luis Rodríguez Zapatero salió el otro día a dar una vuelta por
los alrededores de su residencia veraniega de La Mareta, con tan mala suerte para él, que cayó a una presa, y con tan mala suerte para los españoles que un muchacho del lugar lo rescató de allí.
Cuando Zapatero se vio salvo, le dijo al zagal:
— Gracias. Me has salvado la vida; pídeme lo que quieras.
— Señor presidente —dijo el chico—, sólo quiero que mi ataúd sea
transportado en una carroza tirada por seis caballos.
— ¡Por Dios! ¡Si eres muy joven! Anda, pídeme otra cosa.
— Bueno, pues entonces, que sobre mi ataúd pongan la bandera de España y que la guardia de honor la doble y se la entregue a mi madre al final de la ceremonia.
— Que no, que no... Pídeme otra cosa.
— Pues... que la guardia de honor dispare unas salvas mientras me entierran.
— Pero, vamos a ver, ¿a qué viene esa manía de que te vas a morir?
— Pues porque cuando cuente en el pueblo que lo he salvado, me van a matar a hostias, por gilipollas.
Avicena o Ibn Siná (como fue llamado en persa y en árabe) nació en el año 980 en Afshana (provincia de Jorasán, actualmente en Uzbekistán). Cuando tan sólo contaba con 17 años ya gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur. Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abū el-Kasis de Córdoba. Libros: El canon de medicina, El libro de la curación, Poema de la medicina
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
-
Toda la contradicción victimista del nacionalismo, todo su primario y egoísta doble rasero, toda su falta de respeto a la nación española y ...
-
La politica de la tetas gordas De repente todo el mundo se empezó a preguntar quién ...
-
El exnúmero dos del partido y miembro de la Ejecutiva llevaba tres años en Hora 25 El secretario de A...
No hay comentarios:
Publicar un comentario