"Hay un pensamiento que me viene siempre a la cabeza cuando pienso en Julio: su busca del lado "humano" de la guerra... Muchos periodistas fueron a dar cuenta de la batalla y no parecían interesados en sacar de nosotros más que monosílabos. Julio nunca fue un reportero sensacionalista. El se interesaba por nosotros como personas. Quería saber y contar la totalidad de la historia".
El mayor William Vanasse, que viajaba con el Equipo Quirúrgico de Avanzada 555º de la Tercera División, ha querido compartir sus recuerdos con los amigos y la familia de Julio Anguita Parrado. Gracias al grupo creado en Facebook en memoria del enviado especial de EL MUNDO, el mayor Vanasse ha revivido los intensos momentos que compartió con él horas antes de aquel fatídico 7 de abril del 2003 "que aún sigo viendo en mis pesadillas".
"La noche antes de su muerte, yo mismo y mis compañeros Corey Gibson y Stephen Frietch estuvimos charlando un rato con Julio, mientras esperábamos a que se hiciera tarde, desaparecieran en el cielo el rastro de los disparos y se apagara a lo lejos el sonido de las explosiones", recuerda Vanasse, que trabajaba como enfermero cuidando de los heridos.
"El propio Julio sacó el tema de la vuelta a casa", añade el mayor. "Habíamos llegado hasta Bagdad relativamente rápido. Ésa era la historia por la que él estaba aquí, o eso pensábamos. Él no era un soldado, no tenía la protección del 'kevlar' que algunos de nosotros teníamos. No tenía la necesidad de seguir enviando más noticias, pues la historia ya estaba contada. Le dije que lo mejor que podía hacer era marcharse. Tenía sentido. 'Minimiza el riesgo, llévate la historia a casa'".
"A las 9.12 de la mañana del 7 de abril, Julio murió. Sin dolor y en el instante. Estaba en el centro de mando de las operaciones tácticas. Creo que estaba intentando averiguar cuándo entraría nuestra unidad en Bagdad... En medio segundo sentimos sobre nuestras cabezas un sonido tan fuerte como el del reactor de un avión, y fue cuando el cohete nos alcanzó. Yo estaba aproximadamente a 150 metros de donde se produjo el impacto; la explosión me empujó hacia atrás, y desde allí pude vez sus efectos horrendos. Lo vi todo como a cámara lenta, aún lo sigo viendo así de vez en cuando en las pesadillas".
Preocupación por las personas
"Nunca le olvidaré, siempre recordaré el dolor que sentí, durante la misa que celebramos por las víctimas, cuando un compañero de mi unidad me dijo que Julio estaba entre los fallecidos. Seguí con mi trabajo, cuidando a los heridos, con lágrimas en los ojos por haber perdido a quien yo consideraba como un miembro de nuestra Unidad Quirúrgica".
El mayor Vanasse recuerda el momento en que trabó amistad con Julio Aguita Parrado, en plena incursión por el desierto... "Llevábamos ya varios días al ataque y en una parada, después de haber pasado toda la noche atendiendo a los heridos y de haber dormido apenas unos minutos, me senté en lo alto de un 'humvee', intentando prepararme para otro día de lucha... Julio se levantó con los ojos brillantes, y me preguntó qué era lo que me había llevado hasta el Ejército".
"Le dije que soy un soldado de cuarta generación, y que quería ir a la Universidad sin suponer un peso para mi familia. Se interesó por mi madre, por mi hermana, por mi dedicación a la enfermería. Sólo después de saberlo casi todo de mí, me preguntó por el cuidado de los heridos, por los temores como soldado, por los deseos de regresar a casa. Eso me dijo mucho de él: se tomó veinte minutos en interesarse en mí como persona, por conocer la totalidad de la historia. Recuerdo su interés en el capitán Collier, que tenía a toda la familia desplazada en la guerra, cuidando de los heridos. No sé si alguna vez llegó a escribir esa historia".
"Nunca olvidaba los detalles de nuestras familias, y hacía lo posible por mantenernos en contacto con ellas। Por la noche, hacía normalmente piña con nosotros, posiblemente porque le hacía sentirse más seguro. Compartimos muchos momentos, muchas comidas. Hizo frente a las mismas balas, los mismos morteros, la misma artillería. Tenía los mismos miedos que teníamos nosotros".
El mayor William Vanasse, que viajaba con el Equipo Quirúrgico de Avanzada 555º de la Tercera División, ha querido compartir sus recuerdos con los amigos y la familia de Julio Anguita Parrado. Gracias al grupo creado en Facebook en memoria del enviado especial de EL MUNDO, el mayor Vanasse ha revivido los intensos momentos que compartió con él horas antes de aquel fatídico 7 de abril del 2003 "que aún sigo viendo en mis pesadillas".
"La noche antes de su muerte, yo mismo y mis compañeros Corey Gibson y Stephen Frietch estuvimos charlando un rato con Julio, mientras esperábamos a que se hiciera tarde, desaparecieran en el cielo el rastro de los disparos y se apagara a lo lejos el sonido de las explosiones", recuerda Vanasse, que trabajaba como enfermero cuidando de los heridos.
"El propio Julio sacó el tema de la vuelta a casa", añade el mayor. "Habíamos llegado hasta Bagdad relativamente rápido. Ésa era la historia por la que él estaba aquí, o eso pensábamos. Él no era un soldado, no tenía la protección del 'kevlar' que algunos de nosotros teníamos. No tenía la necesidad de seguir enviando más noticias, pues la historia ya estaba contada. Le dije que lo mejor que podía hacer era marcharse. Tenía sentido. 'Minimiza el riesgo, llévate la historia a casa'".
"A las 9.12 de la mañana del 7 de abril, Julio murió. Sin dolor y en el instante. Estaba en el centro de mando de las operaciones tácticas. Creo que estaba intentando averiguar cuándo entraría nuestra unidad en Bagdad... En medio segundo sentimos sobre nuestras cabezas un sonido tan fuerte como el del reactor de un avión, y fue cuando el cohete nos alcanzó. Yo estaba aproximadamente a 150 metros de donde se produjo el impacto; la explosión me empujó hacia atrás, y desde allí pude vez sus efectos horrendos. Lo vi todo como a cámara lenta, aún lo sigo viendo así de vez en cuando en las pesadillas".
Preocupación por las personas
"Nunca le olvidaré, siempre recordaré el dolor que sentí, durante la misa que celebramos por las víctimas, cuando un compañero de mi unidad me dijo que Julio estaba entre los fallecidos. Seguí con mi trabajo, cuidando a los heridos, con lágrimas en los ojos por haber perdido a quien yo consideraba como un miembro de nuestra Unidad Quirúrgica".
El mayor Vanasse recuerda el momento en que trabó amistad con Julio Aguita Parrado, en plena incursión por el desierto... "Llevábamos ya varios días al ataque y en una parada, después de haber pasado toda la noche atendiendo a los heridos y de haber dormido apenas unos minutos, me senté en lo alto de un 'humvee', intentando prepararme para otro día de lucha... Julio se levantó con los ojos brillantes, y me preguntó qué era lo que me había llevado hasta el Ejército".
"Le dije que soy un soldado de cuarta generación, y que quería ir a la Universidad sin suponer un peso para mi familia. Se interesó por mi madre, por mi hermana, por mi dedicación a la enfermería. Sólo después de saberlo casi todo de mí, me preguntó por el cuidado de los heridos, por los temores como soldado, por los deseos de regresar a casa. Eso me dijo mucho de él: se tomó veinte minutos en interesarse en mí como persona, por conocer la totalidad de la historia. Recuerdo su interés en el capitán Collier, que tenía a toda la familia desplazada en la guerra, cuidando de los heridos. No sé si alguna vez llegó a escribir esa historia".
"Nunca olvidaba los detalles de nuestras familias, y hacía lo posible por mantenernos en contacto con ellas। Por la noche, hacía normalmente piña con nosotros, posiblemente porque le hacía sentirse más seguro. Compartimos muchos momentos, muchas comidas. Hizo frente a las mismas balas, los mismos morteros, la misma artillería. Tenía los mismos miedos que teníamos nosotros".
Carlos Fresneda
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