PD).- Pánico. Este es el término más apropiado para describir el estado de sobresalto que vive el PNV desde la noche del pasado domingo. Muchos de sus dirigentes aún no han digerido que han sido despedidos, que los electores los han puesto en la puta calle y que tienen que apuntarse ya a la lista del paro.
Después de 30 años de poltrona asegurada y de coche oficial, su nueva situación es dramática. Y no sólo la de ellos, sino también la de las sesenta mil personas que, de manera directa, viven del maná que reparte el PNV desde Ajuria Enea.
Afirma José Antonio Gundín en El Semanal que, si estos días proliferan las hogueras en el País Vasco no es porque los agricultores estén quemando la hojarasca invernal, sino porque durante tres décadas de Gobierno se acumula mucho papel, mucho contrato y mucho documento que puede suscitar la insana curiosidad de los nuevos inquilinos.
¡Qué no habrá debajo de las alfombras nacionalistas! ¡Cuánto cadáver acumulado en los armarios! ¡La de zulos y pasadizos oscuros que pueden aflorar bajo Ajuria Enea!
Es comprensible, por tanto, que el pánico se haya extendido desde Vitoria hasta Irún, pasando por Bilbao, y que algunos prebostes del PNV se hayan dirigido a Patxi López como Don Vito Corleone se dirigía a la competencia. La incógnita ahora es si el PSOE es capaz de hacer frente a una maquinaria nacionalista que reacciona a la desesperada y, sobre todo, si tiene los redaños suficientes para tomar lo que le corresponde democráticamente, esto es, el Gobierno vasco, con el apoyo imprescindible del PP y de UPyD.
Para entrar en una casa ocupada durante tres décadas, abrir las ventanas, ventilar los sótanos y desatrancar las puertas hay que echarle valor. Sólo el tufo a cerrado puede tumbar al más pintado. ¿Tienen los socialistas vascos ese coraje?
¿Están convencidos ellos mismos de sus posibilidades? No está claro todavía, por más que Patxi López haya pegado un puñetazo en la mesa ante las amenazas del Padrino Nacionalista Vasco. La militancia socialista del País Vasco es ejemplar por muchas razones y su sufrimiento, con asesinatos y ataques sinnúmero, merece el máximo respeto, la admiración más incondicional. Pero sus dirigentes arrastran un cierto complejo frente al nacionalismo, el mismo complejo que hace 23 años le llevó a Txiki Benegas a regalar al PNV el Gobierno vasco. ¿Será ahora diferente?
Confiemos en que así sea y que la militancia de base se crea el "sí, podemos". Toda España está pendiente de ello y no cabe duda de que si, por una razón u otra el PSOE renuncia a pilotar el cambio histórico y pastelea con el PNV, quien pagará las consecuencias será Zapatero en las próximas generales, lo cual sería una paradójica venganza de la historia: los mismos que le apuntalaron en el Gobierno de la nación en 2004 le causarían su salida: los nacionalistas.
Después de 30 años de poltrona asegurada y de coche oficial, su nueva situación es dramática. Y no sólo la de ellos, sino también la de las sesenta mil personas que, de manera directa, viven del maná que reparte el PNV desde Ajuria Enea.
Afirma José Antonio Gundín en El Semanal que, si estos días proliferan las hogueras en el País Vasco no es porque los agricultores estén quemando la hojarasca invernal, sino porque durante tres décadas de Gobierno se acumula mucho papel, mucho contrato y mucho documento que puede suscitar la insana curiosidad de los nuevos inquilinos.
¡Qué no habrá debajo de las alfombras nacionalistas! ¡Cuánto cadáver acumulado en los armarios! ¡La de zulos y pasadizos oscuros que pueden aflorar bajo Ajuria Enea!
Es comprensible, por tanto, que el pánico se haya extendido desde Vitoria hasta Irún, pasando por Bilbao, y que algunos prebostes del PNV se hayan dirigido a Patxi López como Don Vito Corleone se dirigía a la competencia. La incógnita ahora es si el PSOE es capaz de hacer frente a una maquinaria nacionalista que reacciona a la desesperada y, sobre todo, si tiene los redaños suficientes para tomar lo que le corresponde democráticamente, esto es, el Gobierno vasco, con el apoyo imprescindible del PP y de UPyD.
Para entrar en una casa ocupada durante tres décadas, abrir las ventanas, ventilar los sótanos y desatrancar las puertas hay que echarle valor. Sólo el tufo a cerrado puede tumbar al más pintado. ¿Tienen los socialistas vascos ese coraje?
¿Están convencidos ellos mismos de sus posibilidades? No está claro todavía, por más que Patxi López haya pegado un puñetazo en la mesa ante las amenazas del Padrino Nacionalista Vasco. La militancia socialista del País Vasco es ejemplar por muchas razones y su sufrimiento, con asesinatos y ataques sinnúmero, merece el máximo respeto, la admiración más incondicional. Pero sus dirigentes arrastran un cierto complejo frente al nacionalismo, el mismo complejo que hace 23 años le llevó a Txiki Benegas a regalar al PNV el Gobierno vasco. ¿Será ahora diferente?
Confiemos en que así sea y que la militancia de base se crea el "sí, podemos". Toda España está pendiente de ello y no cabe duda de que si, por una razón u otra el PSOE renuncia a pilotar el cambio histórico y pastelea con el PNV, quien pagará las consecuencias será Zapatero en las próximas generales, lo cual sería una paradójica venganza de la historia: los mismos que le apuntalaron en el Gobierno de la nación en 2004 le causarían su salida: los nacionalistas.
1 comentario:
¿Alguien fue tan iluso de creer que los nacionalistas se conformaran con ser desalojados del gobierno?, pues no lo sean, ya estan los etarras en funcionamiento, de momento, recogiendo firmas casa por casa en Mondragon ¡veremos cuantos se resisten a firmar!, heroes en estos tiempos no abundan y si con esto no es bastante, tomaran otras medidas, ya lo ha advertido el Kurrukuyu, que no se acuerda de los sitios donde estan gobernando ellos en minoria.
ETA, esta ya en estado de revista, solo espera para ponerse en marcha que el jesuita y sus adlateres le den la voz de ¡pero ya!
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