domingo, 17 de agosto de 2008

फ्री अल्बिनो,एन एल corazóन दे Córdoba


Fray Albino , el obispo blanco de los cordobeses, --al que Córdoba recuerda estos días con serena y especial gratitud, a los 50 años de su muerte--, la silueta recia, el rostro curtido, la mirada profunda, la palabra fácil, la conversación amena, el hombre que llegó a una ciudad con profundas heridas sociales, con deficiencias vitales para una existencia digna de muchos de sus habitantes, sumidos en la pobreza, dispuesto a pastorear no solo con el báculo del autoritarismo de la época sino con las más radicales acciones evangelizadoras.
Fray Albino, el padre amoroso que abrió de par en par las puertas del palacio episcopal para acoger a los damnificados por las fuertes riadas del año 1947, habilitando estancias y oficinas para paliar la tragedia de tantas familias, como se habían quedado sin su mísero cobijo a orillas del Guadalquivir.
Fray Albino, el intelectual brillante, el dominico audaz, el admirador de San Agustín , al que quiso imitar construyendo en el suelo cordobés "la ciudad de Dios", rescatando a los pobres de su miseria y ofreciéndoles una vivienda digna, humanizada, con su pequeño jardín a la entrada, pero también con sus templos divinos y humanos: la iglesia, la escuela, el cine, el estadio, la cooperativa, el mercado; el hombre que creó la Asociación de la Sagrada Familia, no para vender casas sino para crear hogares; el pastor que supo buscar, acoger y cuidar a sus ovejas más débiles, no sólo con palabras sino con soluciones eficaces; el obispo que llegó a utilizar su coche oficial para transportar sacos de cemento.
Fray Albino, el hombre clarividente que impregnó su pontificado de un fuerte aroma social, al calor de las entusiastas Semanas Sociales, en las que tan vivamente participó; el impulsor de los movimientos obreros, implantando los primeros pasos de la HOAC y de la JOC, realizando invitaciones constantes para que hablaran a sus seminaristas de San Pelagio, personalidades tan destacadas como, por ejemplo, don Tomás Malagón o el padre Llanos .
Fray Albino, el obispo que recorría a pie las barriadas cordobesas, rodeado de chiquillos, el religioso que sentía en sus venas un aire de paternidad, no exenta de rigor, ciertamente, pero en ocasiones especialmente cercana y, sobre todo, universal. Fray Albino, el hombre humilde, que vivió pobremente conforme al espíritu de sus votos en la Orden Dominicana, como buen hijo de Santo Domingo de Guzmán ; el hombre que tras sus estallidos de cóleras humanas, sabía arrodillarse y pedir perdón, rectificar y enderezar el camino, devolviendo en nuevas posibilidades y realidades lo que había sido torpemente usurpado o destruido por su culpa.
Fray Albino, el hombre que supo contar siempre con los mejores para cada puesto, respetando así escrupulosamente la justicia distributiva; el obispo que en la mañana del 12 de octubre de 1947, asistiendo a la inauguración del retablo del altar mayor de la parroquia de San Juan Bautista, la catedral de la Sierra, de Hinojosa del Duque, escuchó desde la sede el sermón-presentación del entonces párroco, Juan Jurado Ruiz , y quedó tan impresionado que, al finalizar la ceremonia religiosa, comentó al alcalde del pueblo: "Ya tengo canónigo magistral para la catedral", pero conforme a las normativas de la época, el nombramiento no se sometía a imperativos o intereses de cualquier índole sino a la convocatoria del concurso-oposición a magistral, en el que el sacerdote cordobés tuvo que enfrentarse a los opositores Rufino Villalobos Bote , canónigo magistral de Coria, y a Jerónimo Bernabéu Oset , capellán de la Armada.
Fray Albino, uno de los dos únicos obispos a los que Córdoba ha dedicado una estatua en los espacios públicos, a lo largo de toda la historia del cristianismo en nuestra ciudad, estatua que se alza majestuosa y solemne, pero también ancha y paternal, cercana a cuantos cruzan a su lado, en la plaza de Santa Teresa, del Campo de la Verdad, obra de Manuel Cabello Pastor , y en su inscripción puede leerse esta hermosa dedicatoria: "Fray Albino González Menéndez-Reigada, Obispo de Córdoba 1946-1958. Benefactor de las familias más humildes de la ciudad, impulsor de esta barriada y la de Cañero. Erigido por suscripción popular en 1969". El conjunto lo forma la escultura del obispo, sentado, y tres relieves de personajes pobres: una madre con un niño en brazos, dos jóvenes con libros de estudio y un hombre con un trozo de comida en la mano.
Fray Albino, el hombre que terminó sus días sumido en una infinita soledad, mientras musitaba con sus labios resecos por la fiebre, tras haber sufrido grandes abandonos, las palabras del profeta Jeremías : "Maldito el hombre que confía en el hombre".
Fray Albino, fraile humilde y pastor de su pueblo, recuerdo y jardín floreciente, cuya silueta sigue emanando, como un permanente manantial para los cordobeses, esa "luz y vida" que plasmara en el lema de su escudo episcopal.

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