domingo, 27 de julio de 2008

El ´hombre de la manta´


Por su interés reproduzco un artículo de opinión publicado en un diario local,por el Abogado y Doctor en Radiologia Intervencionista,del Hospital Universitario Reina Sofía Don Ramón Ribes
El ´hombre de la manta´

Cuenta una leyenda urbana que el jefe de mantenimiento de una importante empresa naviera se hacía acompañar de una manta y siempre que se solicitaban sus servicios para reparar cualquier avería en uno de los barcos de la compañía su ayudante contemplaba atónito cómo su jefe se colocaba la manta en la cabeza de modo que nadie pudiese ver los últimos detalles de la reparación. De este modo el toque final quedaba en secreto entre la manta y el jefe de mantenimiento. Con esta actitud aquel pobre hombre de una estrechez de miras sin parangón creía poner a buen recaudo su futuro profesional.
La anécdota no merecería mayor comentario si no fuese porque en España la escuela del hombre la manta tiene una extensa pléyade de adeptos. No conozco ningún profesional con talento en nuestro país que no haya tenido que soportar alguno de estos personajes a lo largo de su carrera.
En el mundo de la medicina, hay muchos hombres de la manta . Si tenemos en cuenta que nuestro sistema público de salud prima el mero transcurso del tiempo como el principal mérito baremable, muchas posiciones de liderazgo están ocupadas por implacables stoppers que impiden que crezca una brizna de talento por donde pisan.
Existen tres tipos de hombres de la manta :
--El primer tipo es políticamente incorrecto. Suelen ser profesionales de ostensible perfil bajo que, tras muchos años de esfuerzo, han conseguido un cierto grado de respeto en una organización y que nunca se postulan para ningún cargo directivo. Ellos se autodenominan currantes y desprecian a todos aquellos que se dedican a otras tareas distintas a las suyas. Desde la estulticia reservada a los que carecen de perspectiva, no dudan en calificar a sus perseguidores como personas no entregadas a la causa --su causa-- por el mero hecho de que estos tengan otros puntos de vista distintos a los suyos.
--El segundo tipo de hombre de la manta es políticamente correcto y, sin duda, mucho más peligroso que el anterior. Estos personajes se postulan para cargos directivos y modulan su mensaje en función de quien sea su interlocutor --son sumisos con los poderosos y tiranos con los jerárquicamente inferiores--. Están sometidos a una extraordinaria presión desde arriba que transmiten hacia abajo en la escala de mando. Jamás dicen lo que piensan pero su lenguaje corporal les delata --en la falta de control de su labio superior hay más información que en todo lo que puedan decir porque mienten sistemáticamente--. En general, carecen de talento y son implacables en la destrucción de cualquier atisbo de brillantez que oscurezca su manifiesta falta de talla personal y profesional.
--El tercer tipo de hombre de la manta es el que, ostentando un cargo directivo, no asume las responsabilidades inherentes al mismo y no toma decisiones por miedo a posicionarse. Su política de no tener enemigos les asegura... carecer de amigos. No hacen nada por nadie, ni siquiera por ellos mismos, y su escuela es inexistente, nadie puede seguir su curso errático y acomodaticio. Cuando se suscita un conflicto entre dos subordinados su arbitraje consiste en... mirar para otro lado.
Los hombres de la manta" , en cualquiera de sus modalidades, campan por sus respetos en el maltrecho sistema público de salud sabedores de que por el mero hecho de haber nacido unos años antes que sus ayudantes tendrán sobre ellos una ventaja imposible de recortar por estos. Cualquier intento de mejora profesional por parte del aprendiz será siempre cuestionado por el impertérrito hombre de la manta de turno con juicios de valor como "a este chico le sobra ambición".
Antes de ejercer como médico en España trabajé en una empresa multinacional de consultoría americana y parte de mi formación académica y asistencial se ha desarrollado en los Estados Unidos, concretamente en uno de los hospitales clínicos de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston, Massachusetts, y puedo afirmar con toda rotundidad que hombres de la manta hay en todos los entornos profesionales que yo he conocido pero su número es inversamente proporcional al nivel de desarrollo de una empresa, una sociedad o un país.
Me gustaría terminar expresando mi solidaridad con todos aquellos que han sufrido mobbing ("acoso y derribo" en el mundo laboral por parte de sus superiores jerárquicos) enviándoles un mensaje de esperanza:
Lejos de conseguir su objetivo los hombres de la manta deben conseguir fortalecernos y reafirmarnos en nuestras convicciones. El profesional español suele triunfar en los países verdaderamente desarrollados porque la energía que ha empleado aquí para luchar contra su correspondiente hombre de la manta la emplea allí para crecer personal y profesionalmente sin más límite que su talento y su capacidad de trabajo y entusiasmo.
Gracias hombres de la manta por hacernos más fuertes y más seguros; sin vuestra ayuda nuestras carreras profesionales, y nuestras vidas, hubiesen sido más fáciles pero mucho menos apasionantes.
* Doctor en Medicina. Radiólogo

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