martes, 22 de abril de 2008

Algo huele a podrido.....en el Ayuntamiento

cordoba.abc.esFRANCISCO JOSÉ JURADOAlgo huele a podrido. Y no en Dinamarca, como detectó la fina pituitaria de Hamlet. Aunque quizás el nauseabundo olor que desprende el «caso Torreblanca» llegue hasta el país vikingo. Algo huele a podrido en Córdoba, propiciando un ambiente irrespirable en el Ayuntamiento: construcciones ilegales, falsificación de documento público, sabotajes informáticos, persecución contra periodistas del ABC, suplantación de personalidad para echarle las culpas a la propia madre... Todo presunto, ¡faltaría más! Y todo nauseabundo, ¡faltaría menos!Pero eso es materia archisabida por los cordobeses preocupados por su ciudad. A los columnistas, ya lo tengo dicho, nos pagan para analizar los aspectos menos trillados de la noticia (mis queridos lectores saben que cuando escribo «nos pagan» penetro en el brumoso mundo de la alegoría) así que al abajofirmante le gustaría reflexionar sobre tres cuestiones colaterales que rodean a este turbio, sucio y feo asunto.Primera: En realidad, este pútrido olor quizás nos esté anunciando el fin de un ciclo político en Córdoba. La alcaldesa lo sabe, de ahí su conducta en los últimos meses. Y es curioso comprobar cómo, al igual que les sucedió la vez anterior, con Herminio Trigo, IU ve erosionado su poder municipal al estallarle un caso que va camino de los Tribunales. La vida es así de puñetera. Al hilo de este hipotético vacío de poder, planteo la segunda cuestión. En determinados cenáculos se preguntan por qué el PP, a la vista de la parálisis y degradación política (insultos y exabruptos incluidos), no plantea una moción de censura contra Rosa Aguilar. Aunque la pierda. La respuesta es que no puede plantearla, pues la Ley de Grandes ciudades y las últimas modificaciones en materia electoral municipal dictan que solamente se puede presentar una moción en el caso de tener la mayoría absoluta de antemano; esto es, el aval de quince firmas. De lo contrario, en el Registro ni siquiera le dan curso a la propuesta. De ahí que, como dice el aforismo, en los ayuntamientos las mociones de censura se ganan en el Registro, y no en el Pleno.La tercera y última cuestión no es política. Es de índole moral y estratégica. Afecta al PSOE, al cual cabría preguntarle: ¿merece la pena desvirtuar la voluntad del pueblo de Córdoba, libremente expresada en las urnas, a tan alto precio? Ya sé que Rafael Blanco es el alter ego de Pilatos, pero me consta que en el grupo de «sabios» que lo aconsejó durante la campaña electoral hubo voces discordantes sobre el pacto con una IU en franco retroceso. Esto ya no da más de sí, señores míos. Tal vez no baste con lavarse siempre las manos y haya que mojarse un poquito. Y hablando de agua: si perseveran en el error, terminarán recordándonos esa fábula de la rana y el alacrán que quería cruzar el río. Ya saben, esa que la rana, al principio, no se fía. Luego accede a llevar al alacrán; éste le pica mientras cruzan el río y terminan ahogándose ante la perplejidad del batracio. Y aunque la moraleja haga quedar mal al pérfido alacrán, en realidad, ¡aviso para navegantes ante las próximas elecciones!, la culpable del desenlace es la rana. ¡Por gilipollas, hombre, por gilipollas! ¡Cómo si no supiera cual iba a ser su final!

No hay comentarios: