La noticia de que la esposa del presidente Pedro Sánchez, Begoña Gómez, no ha solicitado la renovación en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) de su Máster de Transformación Social Competitiva, provocando la retirada del Máster en cuestión de la oferta universitaria de la UMC, abunda en la gravedad de la crisis y el escándalo por el que Begoña Gómez ha sido imputada por delitos de corrupción y tráfico de influencias tras las denuncias presentadas ante un juez de Madrid, al que Sánchez criticó en su segunda carta a la ciudadanía.
Empeñado en hacer de sus necesidades ‘virtud, Pedro Sánchez había metido el miércoles en Benalmádena a su esposa Begoña en la campaña electoral y en coincidencia con la Oposición. Y ello a pesar de los escándalos de Begoña y con el deseo Sánchez de convertir en un último impulso victimista y electoral del PSOE las más que sospechosas andanzas empresariales de su esposa Begoña, que no cesan de crecer, que también han interesado la fiscalía de la UE y que ahora empiezan a derrumbarse con el anunciado final de su famoso máster.
Muy mal tenían que ver en La Moncloa el ‘efecto Begoña’ en el tramo final de la campaña electoral europea para que Sánchez haya decidido -‘a lo hecho pecho’- dar ese paso de alto riesgo con el que ha implicando a su esposa en la campaña electoral. Dejando de lado el resto de argumentos sobre ‘el peligro la extrema derecha’, con el que el presidente pretendía eclipsar la ley de amnistía cuya entrada en vigor Sánchez aplazó hasta después de la jornada electoral del domingo.
De manera que las lecturas ‘plebiscitarias’ que sobre la amnistía parecían estar en el centro de esta campaña electoral, donde nadie habla de Europa, ahora se ven desbordadas por el caso Begoña como un nuevo ‘plebiscito’ electoral que se añade e impone al resto de lecturas que de los resultados del 9-J se harán en la noche del domingo. En la que el PSOE espera el milagro de confirmar los pronósticos optimistas del CIS de Tezanos, o al menos refugiarse en un ‘empate técnico’ como una segunda opción. Lo que en ambos casos sería una mala noticia para el PP y el liderazgo de Feijóo. El que subió el tono de sus denuncias aunque sigue sin pedir la dimisión de Sánchez (que exigen dirigentes del PP como Semper), se ha enredado con una eventual moción de censura y continúa sin mencionar el nombre de Begoña Gómez a pesar incluso que Sánchez la utiliza ahora como el ariete de su campaña electoral.
Si el PP ganara con la claridad que debiera los comicios del domingo, puede que en fecha no lejana asistamos a una segunda jornada de reflexión en La Moncloa y a una tercera misiva esta vez de despedida y punto final
En todo caso y, vista su insistencia epistolar afirmando en su segunda carta a la ciudadanía que no piensa dimitir, todo apunta a que Sánchez no está en sus cabales y vive en un sin vivir (al que no son ajenos sus problemas catalanes). Pero, si el PP ganara con la claridad que debiera los comicios del domingo, puede que en fecha no lejana asistamos a una segunda jornada de reflexión en La Moncloa y a una tercera misiva esta vez de despedida y punto final.
Pero ‘hasta el rabo, todo es toro’ (por cierto hizo muy bien el Rey Felipe VI en acudir a La Corrida de La Prensa en la Feria de San Isidro y en apoyo de la Fiesta Nacional) y no conviene dar por ‘políticamente muerto’ demasiado pronto a Sánchez porque demostrado está que en otras difíciles ocasiones se ha logrado recuperar. Lo que en todo caso no lograrán Yolanda Díaz ni su partido Sumar.
Ahora bien, lo que no conseguirá el resultado electoral del 9-N y sea cual fuere la ecuación final será frenar la investigación judicial sobre Begoña Gómez. Y menos aún cuando parecen afectados en las pesquisas sobre su presunta corrupción y tráfico de influencias los Fondos Europeos.
Y ya veremos si las indagaciones judiciales no acaban también implicando en el proceso al propio Sánchez, lo que explicaría su ataque epistolar contra el juez del caso. Sobre todo una vez que se supo que el presidente elogió -en asombrosa ‘coincidencia’- al tal Barrabés socio de su esposa, que ella lo había recomendado por escrito en varios concursos públicos. Y mientras su negocio recibían ayuda de este personaje y ella, por otra parte, ‘pasaba el cazo’ por el Ibex 35 para construir un software ‘gratis toral’ del que presuntamente se apropió a la vez que lograba un plan para la promoción nacional de su máster por las Cámaras de Comercio que dependen del ministro de Economía.
Sabemos que aunque estén ‘profundamente enamorados’ y puedan haber colaborado en oscuros negocios, Pedro y Begoña no son ‘Bonnie and Clyde’. Pero torres más altas cayeron
Por todo ello, parecen razonables las sospechas de que Sánchez estaba al corriente de la trama, así como de los que eran negocios de Begoña con Globalia (en el Africa Center), cuando el Consejo de Ministros, en presencia de Sánchez que no se inhibió, aprobó el rescate millonario de Air Europa a pesar de un claro posible ‘conflicto de intereses’ que el PP acaba de llevar a los tribunales.
Sabemos que aunque estén ‘profundamente enamorados’ y puedan haber colaborado en oscuros negocios, Pedro y Begoña no son ‘Bonnie and Clyde’. Pero torres más altas cayeron por causa de pequeñas sacudidas. Y también sabemos que más de un político en España (Josep Borrell) y en el ámbito europeo (Willy Brandt) dimitieron de sus cargos sin implicaciones directas en escándalos que le fueron próximos por ‘responsabilidad política’ y su entereza moral. Algo de lo que adolece este Sánchez que ahora bracea por mantenerse a flote en las aguas turbulentas en las que ahora naufraga el máster y en la creencia de que sigue teniendo ‘baraka’ y que, gracias al desplome de Sumar, aún mantiene una sólida base electoral.
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