Es inevitable recordar al líder de Podemos afirmando aquello de que «la guillotina es la madre de la democracia»
Cómo debe de reírse el sumo sacerdote de Podemos viendo al presidente del Gobierno convertido en una réplica patética de su persona. Él, que lo despreció afirmando que le producía pesadillas la idea de verlo formando parte del Gobierno, no solo tuvo que sentarlo a su derecha en el Ejecutivo, sino que ha acabado adoptando su programa, su estrategia, su lenguaje, su violencia. Es Pablo quien lleva la iniciativa y Pedro obedece, cual perro fiel, sin perder de vista al independentismo coautor del guion que interpreta. Un socialista español bailando al que le tocan los del megáfono del 15-M, los sediciosos catalanes, cuya chulería en la exigencia crece con cada nueva demanda satisfecha sin rechistar, y los herederos de ETA. Es difícil caer más bajo, aunque Sánchez sin duda lo hará.
Iglesias ríe, triunfante, a la vez que sube la apuesta, mientras España llora de rabia, de miedo y de impotencia. Rabia ante la impunidad con la que están siendo atacadas y desmanteladas, una a una, las defensas establecidas en su día por los redactores de la Carta Magna (entre los cuales solo había un miembro del PSOE, por cierto) para proteger nuestro sistema de libertades. El último bastión, de momento, el Tribunal Constitucional, cuyo prestigio y credibilidad han destruido por completo mediante toda clase de maniobras sucias antes incluso de tomarlo al asalto. Tierra quemada, esa es la táctica de quienes desdeñan el Estado de derecho que impone límites a su insaciable apetito de poder. Tierra quemada y propaganda falsaria, que siembra veneno político tan tóxico como la afirmación de que la voluntad popular representada en el Congreso no debe supeditarse al imperio de la ley ni acatar el dictamen de los jueces, tildados de «golpistas con toga» cuando sus resoluciones contravienen los deseos de la mayoría. Puro populismo totalitario escupido desde la tribuna, no por un exaltado podemita o un independentista catalán, sino por Felipe Sicilia, portavoz del Grupo Socialista, con su bancada puesta en pie. ¿Cómo no vamos a tener miedo? Van a por todas a calzón 'quitao'. Han traspasado todos los límites y no se detendrán ante nada. El próximo paso es la desobediencia, tal como reclaman los morados, y resulta inevitable recordar a su caudillo afirmando aquello de que «la guillotina es la madre de la democracia». ¿Se refería a una decapitación metafórica del Rey o pensaba en rebanarle la cabeza? Sea como fuere, él es la siguiente pieza a batir en esta voladura acelerada de nuestro edificio constitucional. Y dada la creciente influencia que ejerce Bildu en el club de socios, no resulta en absoluto descabellado ponerse en el peor escenario.
La sangre hierve de impotencia a la espera de que las urnas nos den la oportunidad de actuar, si es que nos dejan votar y no es demasiado tarde.
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