La población de Córdoba se convirtió en un infierno cuando la fuerza aérea republicana lanzó seis toneladas de bombas.
7de noviembre de 1938, tres aviones republicanos arrojaban a primeras horas de la mañana una veintena de bombas que cayeron en algunos de los puntos céntricos de la ciudad de Cabra (Córdoba) como la plaza de abastos, donde tenía lugar el mercado y la calle Platerías. Este pueblo, sin ser objetivo militar ni industrial y lejos de la línea de fuego, amanece con 73 muertos en el acto. La acción bélica fue una maniobra de distracción de las fuerzas republicanas que aprovecharon la concentración de efectivos de las tropas franquistas que había en la batalla del Ebro, según el historiador Antonio Arrabal, autor de El Bombardeo de Cabra. El Guernica de la Subbética. El alto mando del Ejército Popular sabía que ya estaba perdida y por ello perpetró un ataque militarmente absurdo, inútil y que acabaría con la vida de 109 personas, civiles ajenos al conflicto.
No fue una acción al azar: semanas antes los aviones ya habían sobrevolado Cabra para estudiar e inspeccionar la zona y trazar las rutas por las que tendrían que actuar. Hacia las 7:30 de la mañana de aquel desafortunado día, el pueblo de Cabra se había levantado sin sospechar lo que iba a acontecer. Tres aviones republicanos modelo soviético Tupolev SB-2, más conocidos como «Katiuskas», unos aparatos bombarderos que empezaron a fabricarse en 1936 y que se dieron a conocer por ligereza y rapidez, especializados en bombardeos estratégicos sobre la retaguardia enemiga.
En escasos cinco minutos, descargaron seis toneladas de bombas, la mayor de estas cayó exactamente en el mercado de abastos, en día de mercado semanal, cuando había allí numerosos mercaderes y población no solo de Cabra, sino de toda la comarca. Las bombas también alcanzaron la Plaza Vieja donde esperaban los jornaleros a ser contratados para trabajar en el campo, el barrio de la Villa que era uno de los más humildes de Cabra.
e organizó rápidamente la ayuda y se llevó a los heridos al hospital de San Juan de Dios para atenderlos. Murieron 109 personas con más de 200 personas heridas, todos civiles.
Guerra y propaganda
El parte de guerra del 9 de noviembre de 1938 del ejército sublevado recogía su versión de los sucesos, con unos datos aún erróneos del número de aviones y de bajas:
«La aviación roja, huyendo de los encuentros que tantas pérdidas le cuestan, y alejándose de todo objetivo militar, lleva varios días dedicada a abatir pueblos civiles de la zona nacional, lo más alejados posible de las actividades militares y desde los que les es fácil la huida... Hoy correspondió la cobarde e inhumana agresión al pueblo de Cabra»
Mientras que los autores del bombardeo indicaron únicamente que se había cumplido el objetivo, omitiendo cualquier referencia a dicho objetivo o a las consecuencias del ataque:
«A las 7:27 despegaron tres B. K. para efectuar un servicio de reconocimiento y bombardeo de Cabra. Se batió el objetivo eficazmente observándose las explosiones en el centro del pueblo. Se obtuvieron fotografías del frente reconocido. No se observó caza enemiga ni se les hostilizó con fuego antiaéreo, tomando tierra todos los aparatos sin novedad», se pudo leer en el parte de operaciones del mismo día del ataque a Cabra.
No había en la ciudad de Cabra objetivo militar alguno que sirviera de pretexto para el ataque de civiles que se produjo. Entre los muertos se hallaban también mujeres y niños. La magnitud de esta masacre fue recogida en el Noticiario Documental (NO-DO) para utilizarse con fines propagandísticos donde se pudieron ver imágenes de la población yendo y viniendo a los hospitales, así como el amontonamiento de los cadáveres que fueron trasladados en carretillas, queriendo contrarrestar la similar propaganda de la II República de los ataques de los bombarderos nacionales. Excepto algunas referencias en la prensa española y en algunas publicaciones afines del extranjero, se habló muy poco de este bombardeo, por lo que fue cayendo en el olvido y consiguiendo que ni la opinión internacional pública ni la española de aquel tiempo se hiciesen eco de esta masacre en contraposición de los numerosos libros, documentales, películas y obras de arte que se hicieron en memoria (o propaganda) del ataque que sufrió Guernica en la primavera de 1937.
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