sábado, 20 de febrero de 2021

Hasél es el Gobierno, el Gobierno es Hasel

 Los demócratas de este país, la gente de bien, esa España que madruga y que nada tiene que ver con esta sarta de vagos, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés


EDUARDO INDA

Pablo Iglesias es lo que es gracias a la irresponsable actuación de prácticamente todos los medios, que le rieron las gracias, le dieron cobertura y, lo que es peor, regalaron apariencia de normalidad a una anormalidad política, ética y legal como la copa de un pino. Los medios que ahora se quejan amargamente de la saña que les dispensa este protodelincuente, ¡bienvenidos al club!, no tienen derecho a la más mínima queja. Contribuyeron a la creación del monstruo. Sin su concurso seguiría siendo el lumpen que nunca debió dejar de ser. En ningún país occidental serio, periódicos, radios y televisiones se dedican mañana, tarde y noche a promocionar como si fuera una suerte de Mandela redivivo a un individuo de extremísima izquierda. A un maleante que trabajaba de quintacolumnista en Madrid para el mundo proetarra. A un sujeto a sueldo de la narcodictadura venezolana y de esa teocracia iraní que lapida mujeres y cuelga gays. A un ser innoble que instaba a los suyos a «salir a la calle a cazar fachas». A un tipejo que rozó el orgasmo en TV viendo cómo unos terroristas callejeros pateaban a un antidisturbios. De aquellos polvos vienen estos lodos. Entre medias, el abogado putativo de ETA, de los GRAPO y de esa banda terrorista FRAP en la que militó su malencarado padre, salió elegido diputado y, gracias a la estupidez congénita del centroderecha patrio y a la necesidad del amoral Pedro Sánchez, acabó logrando entrar en el Gobierno de España. Ahora todos se llevan las manos a la cabeza porque el pájaro, en su calidad de ¡¡¡nº 3 del Ejecutivo!!!, respalda sin matices al megadelincuente Pablo Hasel. Ahora a todos se le ponen los pelos como escarpias al contemplar cómo el cayetano argentino Echenique, portavoz parlamentario ni más ni menos, muestra «todo» su apoyo «a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión». Los luchadores por la libertad han dejaron heridos a más de 50 policías y el día menos pensado matarán a uno de ellos. El mantra goebbelsiano de esta banda no cuela: al niño de papá Hasel no le han condenado por cantar. No. Le han metido dos años de cárcel por pedir que se ponga un coche bomba a Patxi López, por incitar a la ciudadanía a «clavar un piolet a José Bono en la cabeza» y por invitar a pegar tiros en la nuca a los dirigentes del PP. Esta apelación al terrorismo le costó una primera condena de dos años de cárcel y una segunda de seis meses. El currículum de este hijo de Satanás no queda ahí: le han metido otros 6 meses de prisión por pegar a un reportero de TV3 y dos y medio más por apalear a un ciudadano que declaró en un juicio contra un amigo suyo. Los demócratas de este país, la gente de bien, esa España que madruga y que nada tiene que ver con esta sarta de vagos, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés. Antes los delincuentes tenían en el Gobierno a sus más enconados enemigos. Lo normal en un Estado de Derecho. Ahora cuentan en el Consejo de Ministros con sus más firmes y valiosos defensores. Que Hasel es el Gobierno está claro, la gran duda es si Sánchez va a consentir que el Gobierno sea Hasel. Que parece lo mismo pero no es lo mismo. De momento, es que sí.


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