miércoles, 19 de diciembre de 2018

La afinidad de comunismo y fascismo

Iglesias puede parecer tonto, de puro vanidoso, pero no lo es. Sucede que, con una cultura superficial, su instinto de poder, que es extraordinario, le lleva a veces por vías inconvenientes. Tiene arraigada una idea: la base del poder es la violencia, nunca el derecho, porque. ¿Lenin otra vez? No: Carl Schmitt:
La verdad de la política es la excepción. Por eso es tan fascinante lo que decían los juristas del Tercer Reich, con Carl Schmitt a la cabeza, que señalaban qué es el derecho: la voluntad del Führer. Y en el caso del III Reich era la excepción convertida en norma permanente, es la verdad de cualquier sistema político. La fuente del derecho tiene que poder sustraerse de la fuente del derecho.
En la presentación de su libro Maquiavelo ante la gran pantalla, Iglesias se relajó y alcanzó un grado de sinceridad casi absoluto, o sea, revelador:
Hay una cosa que tenemos en común los comunistas y los fascistas: entramos en el peligroso terreno de los extremos se tocan… Pero es verdad que compartimos la excepcionalidad. Los comunistas, entendiendo los comunistas en un sentido muy amplio, como la definición que hacía Marx, esos que son capaces de asaltar los cielos, asaltar los cielos básicamente significa asaltar los centros de poder y pasar a cuchillo a los detonadores del poder.
Imaginad lo que significa para un Lord inglés la revolución bolchevique. Cuando le llega una carta y le dice que ya no hay familia familia Real en la Unión Soviética, que han abolido la propiedad privada y que en el ejército votan. La alteración de todas las bases estructurales del poder, eso solamente puede ocurrir en momentos de excepción. Los comunistas y alargando esto a la izquierda solo puede tener éxito político en los momentos de excepción en los momentos de tempestad. Y creo que la historia lo ha demostrado.
¿Cuál es la máquina histórica que ha salido en estos momentos de excepción? El fascismo, que también se mueve como pez en el agua en la excepcionalidad y dice: nosotros también somos populares pero somos alemanes o españoles, italianos y nosotros aunque defendemos un proyecto de clase lo defendemos en clave nacional. La excepción también, que tiene que ver con la movilización de masas. Hay una cosa que dice Schmitt que es verdad y que tiene que ver con el asalto al cielo: El asalto al cielo es la verdad en política, es cuando dices: amigo, si los soldados los tengo yo, si como decía Mao Tse Tung, el poder descansa sobre la boca de los fusiles las cosas pueden cambiar.
La verdad la establece el que tiene las armas, y eso solo ocurre en los momentos de excepción, en los que se fijan esas claves. Y que abren paso después al mundo de la tranquilidad que es el mundo de la normalidad, el mundo en el que desaparecen los comunistas y los fascistas y son sustituidos por burócratas o por gestores mejor o peor intencionados. ¿Alguien puede pensar que los dirigentes de los países del Este eran revolucionarios? Pues claro que no. El arquetipo de un dirigente de países del Este es Angela Merkel que era un cuadro del comunismo de la RDA. ¿Alguien puede pensar que los mediocres cuadros del franquismo eran exaltados falangistas aunque hicieran el saludo franquista? Eran burócratas. Que se hicieron todos de Alianza Popular y se hicieron de lo que hacía falta hacerse porque eran gente del poder, de la gestión de la normalidad. Pero yo creo que de alguna “manera la desgracia en la que vivimos los comunistas es la de prepararnos continuamente para esos momentos de excepción en los que podemos ser mayoritarios o podemos acumular poder.
Esta es la clave del pensamiento de Pablo Iglesias: la toma del poder como sea, provocar el Diluvio Universal para pescar en el charco. Como en el caso de Lenin, su liderazgo es inseparable de la existencia de su partido. No hubiera habido revolución en Rusia sin Lenin y no hubiera habido Podemos sin Pablo Iglesias. Pronto veremos su vertiginosa carrera, que en apenas tres años puso el sistema patas arriba. Y si cae, será como Ícaro, por acercarse demasiado al sol del poder.
Pero él sigue un designio político que, como en Lenin, traduce un destino personal. Por eso es un líder. Y por eso puede llegar al poder… Y también acabar en el paro. O en otra universidad, dirigiendo tesis sobre sí mismo.
Iñigo Errejón, el Robin de Batman Iglesias hasta que se quedó en el Trotski de Vistalegre, quiso dirigir la conquista del poder de Podemos a través del «significante vacío» de Laclau. Bescansa, antes de su depuración en el Politburó de Iglesias, recordó el mejor «significante vacío»: la nación. Pero ahí también se ha impuesto el liderazgo intransferible, sencillamente leninista, de Pablo Iglesias. Por su pobreza cultural, hija del sectarismo de la izquierda postfranquista, Iglesias ha sido incapaz de hacer un discurso nacional español, vehículo mediante el que yo creo que sí podría haber alcanzado, apocalípticamente, el pod”
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